8 de noviembre de 2014

Política De Entrepiernas

Recuerdo que en el servicio militar, en Viator, Almería, antes de restregar la panza por Rostrogordo en Melilla, había un cabo primero de voz contundentísima que nos amenazaba con "follarnos vivos"; a más de uno le hubiera gustado y a más de uno lo mandaron a casa no fuese que se diera el caso.

Olga María Henao, colombiana guapa y morena residente en Tenerife, ha conseguido que dos cargos del PP hayan sido follados vivos por la opinión pública ambos y, de momento, por la señora Rudí uno de ellos, congresista, arrojado al foso por culpa de la pasión de su propia entrepierna

Tiene mérito lo de esta chica. No por la cantidad -de momento constan tres, serán en todo caso más- que al fin y al cabo con la sexualidad cada cual hace lo que le sale de sus propios genitales, no; por la calidad: Carlos Muñoz Obón, diputado -ahora di puteado- del PP y, del mismo club, José Antonio Monago, presidente de Extremadura. La chica no se anda con chiquitas.  

Nos dirigen algunos que no saben dirigirse. A edades que no son de recibo se enferman por culpa de unas feromonas que, a pesar de volátiles, les perjudican hasta la pérdida de peso y la depresión. Tipos que se acomodan en representación de  enormes grupos humanos -que les otorgan toda su confianza para defender sus valores e intereses- son incapaces de pagarse sus billetes de avión para aliviar su libido. O lo que todavía estaría mejor: son incapaces de que sus amantes les inviten, dado tanto como brillan. 

Ya sabemos que descargamos más y mejor endorfinas, nos bañamos en ellas, dependiendo a menudo de la parte contraria. Un misterio a controlar porque ese fenómeno puede darse dentro o fuera de casa, inapropiada u oportunamente. 

Son descargas de felicidad que crean dependencia y tanta como el tabaco o la heroína o el alcohol. Cuidadín por tanto con la ruina. Esta es una experiencia que todo ser humano debe tener resuelta, pongamos, antes de los cuarenta. Encoñarse irracionalmente después de los 40 resulta bastante patético. Hay que tratar de amar y los recursos copulativos ahí, precisamente ahí, no son necesarios.

Parece que los políticos tienen tendencia a asumir grandes riesgos por el asunto del sexo: Kennedys y Clinton, Fernando Lugo y Daniel Ortega, Berlusconi, de toda tendencia y promiscuidad y casi siempre negando la mayor (la pobre Mónica tuvo que guardar un traje con restos de semen de Bill) hasta que los adn, los envidiosos compañeros del propio partido o los billetes de avión les demuestran que no fue un sueño maravilloso, que ocurrió y lo disfrutaron. Y se convierte en pesadilla.

Ahora tenemos a dos compatriotas camino de la ruina por sus entrepiernas enloquecidas. Fueron muy felices, o eso se creyeron, cuando a la llamada del sexo se unía la atmósfera caribeña, los días de sol y vino y los fluidos que hacen preso el corazón más frío. Desde ayer y hasta que otro despropósito les sustituya, a estos dos se los están follando vivos.