6 de noviembre de 2014

El Poder de la Nada

Mira que no quería hacerlo, mira que me he contenido en cantidad de ocasiones... Pero la carne es débil, mi voluntad quebradiza, los propósitos enmendables, la idea primitiva tornadiza: vamos a ver si más o menos puedo expresaros la vergüenza ajena que siento -como ciudadano del siglo XXI, como español, como europeo y como terrícola- a propósito de la verborrea, que no discurso, del pastiche votable, que no partido político, que denominan Podemos.

Tres ingredientes componen la oferta de esa formación: la indigencia intelectual, el castigo a la clase política -de todo signo, significado y significante, pero siempre corrompida- que ha gobernado aquí desde hace 35 años y ¡cómo no! el resentimiento.


Intelectualmente la propuesta consiste en la descalificación total y absoluta de un sistema gestionado -sobeteado, violado- por un intangible que llaman "casta".


Lo de casta viene siendo lo que hasta hoy entendíamos por poderes fácticos, supongo. Lo del sistema se refiere a las normas de convivencia, poco más.


No hay programa de gobierno, hay propuestas demenciales, inconexas. Una visión matizada de los asuntos, de sus causas y efectos, enmarcada en un contexto internacional -global, dicen ahora- o al menos europeo, es inexistente.


Cambian las palabras para vender las mismas utopías de Marx, Engels, Trotsky, Lenin, Stalin, amigos de la guerrilla terrorista, sucesivamente heredados por falsos redentores y auténticos asesinos como los Castro, Pol Pot, Mao Zedong, jaleados por mindundis como Rosa Luxemburdo o Gramsci y palmeros como Chavez que se tornan tan pacifistas como asesinos dependiendo de que la guerra y sus muertos corran o no de su cuenta. La hez de la historia política, de la involución del concepto de libertad. Eso es lo que admira Podemos, sus referentes.


En coherencia con esos hitos ideológicos, incorporan discurso con propuestas materialmente imposibles por insolventes:

1) demoler la monarquía parlamentaria (por coja que sea, que lo es y de ambas patas, como sistema democrático) sin brindar alternativa salvo la consabida utopía de un hombre un voto.
2) dejar de pagar la gigantesca deuda (98% del PIB y creciendo) para hacer de Ex-paña una nueva ínsula Barataria de la que no nos sacará ningún Sancho fenómeno ni milagro o portento
3) implantar un salario social para todo el personal de cuyo suministro se encargará ¡ah, se siente, no se sabe!
4) semana laboral de 35 horas. Porque lo dicen ellos, grandes emprendedores, producto de su galáctica experiencia laboral y empresarial.
5) todo el mundo se jubilará a los 60. También en este caso el suministro dinerario para soportar esa situación corre por cuenta de la Divina Providencia.
6) agua, electricidad y calefacción para todos. Los que voluntariamente prescinden de esos servicios primos, serán apresados debajo del puente que ocupen o desalojados de sus chabolas y alojados en el Ritz para que escarmienten.
7) vuelta a la ¿gestión? publica de la parte de la sanidad privatizada.
8) la educación privada no se subvencionará. 
9) referendum ¿les suena? para salir de la OTAN.
10) eutanasia al menudeo (cada quisque consigo mismo) y al por mayor (la aplicarían ellos siguiendo el ejemplo de sus ídolos, referentes ¿políticos?)
11) Etcétera, entendiendo por ello infinidad de propuestas descabelladas, fuera de la realidad, es decir en la pura esquizofrenia populista y repartida como pienso y abasto de indigentes intelectuales.

Se trata de una agrupación de redentores de pobres, rescatadores de la justicia y exterminadores del puto capitalismo explotador que no incorporan ni una sola idea, ni un solo procedimiento, ni por supuesto un plan que soporte el cambio de régimen, la carpintería de ese nuevo sistema. No se trata de indignación.


Se trata de explotar el sentimiento indignado de aquellos ilusos que ignoran, o siguen negando, que el sometimiento del individuo al Estado, sobre la libertad del individuo frente al Estado, siempre ha sido nefasto para la humanidad. O de aquellos que, simplemente, no entienden que antes que nada y por encima de todo está la persona.


Si no fuera por el peligro que tienen, dada la cantidad de personal ideológicamente lobotomizado que campa por este dizque estado, sería una situación cómica, una payasada.


Pero es un auténtico drama, no simplemente porque puedan pillar poder, no; es un drama por lo que denota de la educación y madurez política del votante aquí y ahora. También porque trincado el poder, el paso siguiente sería cambiar las leyes, desde las electorales hasta la Constitución,  con el único fin de perpetuarse. Es decir, nada nuevo bajo el sol de la ambición política.


Se sabe que entrar en política pobre, sin patrimonio, es suficiente garantía para salir de ella rico o muy rico y no pasa nada: es parte del sobreentendido. En España, en todos y cada uno de sus parlamentos, no hay personaje que pruebe lo contrario. Hay un acuerdo tácito por el que un rico no debe ocupar plaza; por eso los ricos no aspiran a la política y los que calientan -muy poco, por su escasa presencia y dedicación- escaños o concejalías son menesterosos de la vida, incapaces para la autogestión, morosos del emprendimiento, funcionarios de la indolencia. Y si en llegando a la política no lo son absolutamente, aunque viene en su adn, se hacen, se convierten en auténticos zánganos. Todos, no conozco una excepción.


Me avergüenza constatar que una parte no despreciable de españoles votará Podemos. Sea por cabreo, por identificación con las "ideas" o la imagen, por venganza, votar un movimiento filo comunista que rescata el delirio del '68 -cuando hoy hace un cuarto de siglo que cayó el muro, con estrépito y alegría planetaria- levantando el telón de la indescriptible muerte y miseria que había producido, votar eso en el siglo XXI me avergüenza. Precisamente porque esa idea contraria a las sociedades abiertas es ya demasiado vieja, demasiado utópica, demasiado infantil aunque perfectamente perversa y demasiado peligrosa.

Y todo esto es lo que no quería decir porque pensé que no era necesario, pero han salido unas encuestas cuyos resultados, en cualquier caso, me avergüenzan. Por lo que significan de castigo merecido pero por lo que proponen de futuro: el poder de la nada.