1 de noviembre de 2014

De Muerte y Difuntos

Escuchaba, en pleno disloque, una cancioncilla de Peret -Dios lo tenga en su gloria- que tituló "El muerto vivo". Rumbaza alegre, de letra divertida, como debe ser hablando de muertos. Abajo os la dejo; pinchad y disfrutadla.

Hoy, día de difuntos, recuerdo ya demasiados y estoy convencido de que "no están muertos, están de parranda". Totalmente convencido. En la misma medida en que no soy capaz de describir su realidad, creo en ella. Mis condiciones humanas me impiden dibujar su existencia, aunque creo que en cada conciencia debe permanecer una relación con su pasado terrenal, con nuestro deambular. 

Cuando estaba limitado al aquí y ahora, tal vez durante demasiado tiempo, la vida pasaba por fuera, siempre del otro lado del cristal, hacia afuera. En realidad estuve muerto durante una travesía tortuosa, vivo pero muerto como tantos muertos en vida que mueren viviendo moribundos. Esos mismos que después, de difuntos, resucitan y llegan y dicen ¡anda coño tenías razón! y se quedan para siempre ya definitivamente vivos.

No temáis a la muerte. La muerte como tabú, como hecho relegado, nos llena de temor cuando debería llenarnos de esperanza. Si la tratas como un misterio, como un paso sin retorno, si no la integras en tu naturaleza, si te limitas a asociarla con tu cuerpo, la muerte es simplemente la nada, el no ser, ni gozar ni padecer ¿qué temes entonces? Si tu relación con ella forma parte de la que mantienes con el conjunto de tu vida, la muerte te descarga el peso físico, te aligera y te alivia. Si, además, crees que es puente y no abismo, salto y no caída, transbordo y no fin de trayecto, la muerte es tu liberación.

Teme al dolor y al sufrimiento y prepárate ante él y mira ¡qué casualidad! la muerte como su sanación. Recuerda que Él vino a cambiar el significado de la muerte y le otorgó su función redentora para nuestra inmortalidad. Y si no crees en Él, no importa: morir es parte de la fiesta, de todos modos. Morirse es lo que debemos desdramatizar y afrontar con serenidad, porque es lo que nos toca a todos y cada uno: morir, dormir, tal vez soñar (*).

Feliz día de difuntos. Lleven flores y lloren mucho. Ellos están descojonándose. 


(*) Hamlet, W. Shakespeare.