20 de julio de 2014

La Casa Sobre Roca





Para YAGO


“… será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.”


No por casualidad la casa aguantó cuando llegó la furia de El Hortensia e hizo temblar, de arriba abajo, la crujía de Galicia a principios de otoño del ‘84.  


Tú eras un recién, un bebé de dos meses. Llenaste entonces su vida y sus desvelos; también las estancias de Maniños con el aroma inconfundible de una vida nueva. El olor se extendía por todos los rincones de la casa de piedra que él mandó construir sobre roca firme como su carácter, su voluntad y sus ideas y la ayuda de su mujer hacendosa:

Mujer hacendosa ¿quién la hallará?
Su valor supera en mucho al de las joyas.
En ella confía el corazón de su marido,
y no carecerá de ganancias.
Busca lana y lino,
y con agrado trabaja con sus manos.


Como está escrito en Proverbios 31:10 y ella lo mostró.


Habían plantado seis acacias y cuatro arces; echaron raíces, crecieron y empezaron a disfrutar la casa de piedra sobre roca. Llegaste tú y le dijiste papá por no decirle abuelo y te quiso desde sus entrañas, como si fueras un árbol más que la fortuna vino a plantar en aquella tierra de alegría, cuando los pájaros y las hojas de los árboles saludaban a quien quisiera oír la sinfonía del mar y la ribera. Pendientes de si subía o bajaba la marea, caía una barbacoa o un arroz o una empanada crujiente y el estruendo de risas y gritos de niños que no le inmutaban lo más mínimo a cambio de su intransigencia con los gritos de adultos y con la idea de que todo depende y es relativo y ya veremos. 


Ahora le lloras cuando debías alegrarte. Sufrió, pero su carácter enhiesto no permitió que la derrota le abatiera porque su corazón, también enfermo, se resistió al embate de la vida incomprensible: la del dolor, la ansiedad, la pena de dejar estos besos de aquí y estas ternuras. 


Era de piedra. Tú te apoyas en la misma roca donde él edificó la casa indestructible. Recuerda que su sangre también riega tu alma y que un día volverás con él y de su mano a pasear por el camino de La Tejera buscando el borde del mar.

Seguro.