Sin palabras me ha dejado la portada de hoy de un panfleto, anteriormente periódico, llamado La Vanguardia -que hay que tenerlos bien puestos para llamarse así- ignorando el hecho deportivo que ocurrió ayer tarde noche en Munich, Alemania, entre las nueve y las once. Será que La Vanguardia tiene poco espíritu deportivo.
Basta que la realidad contradiga nuestros deseos para que el cerebro, que no la inteligencia, trate de ignorar el hecho detonante de nuestro malestar y fuerce la interpretación hasta el límite de esquizofrenia.
El mejor pastelero, catalán por supuesto, vuelve a casa justamente en el momento en que "la economía española aún destruye empleo". La economía catalana, no; ya los ha destruido todos.
Y, además, "los perros podrán ir sin atar otro año en Barcelona". La sintáxis es de espanto y yo creo que los perros van a estar ladrando todo un año en Barcelona, capital y provincia, horrorizados por tanta soltura sin atadura.
Todo lo que se les ocurra, todo y más, para no reconocer que ayer el Real Madrid, el Madrí, se dió un paseo por Munich mostrando que la historia es consecuente cuando las ideas, la filosofía, es consecuente y que no se puede cambiar el destino por pelotas, porque a mi me parece que algo que está destinado a ser introducido entre tres postes debe destinarse, no a la introducción ¡faltaría más! que es si se quiere hasta grosero, no; se destina a la posesión ¡ahí es nada, la posesión! Si luego no se introduce, es que el objetivo final del juego está mal planteado.
-Guardiola: "Amo la posesión, amo tener la pelota".
-El que suscribe: "¡ay, Pep, cariño! ¡hay amores que matan!"
Eso le pasa por leer La Vanguardia y descuidar la retaguardia.
