10 de septiembre de 2014

El Desvarío

(*) El sectarismo es gritón, intransigente; la tolerancia se manifiesta de manera respetuosa y comprensiva. Hoy, mañana mucho más, Cataluña estará inundada de sectarios nacionalistas gritones, mayormente engañados por un visionario, dizque chorizo, hipócrita y amoral, aunque no solamente él, líder durante decenios, sino muchos más haciendo de comparsas.   

Cuando Jordi Pujol accedió al poder impulsó una idea y planificó un camino para implantar en Cataluña el sentimiento nacionalista, lo más exacerbadamente posible. Tensando los presuntos agravios comparativos y con el fin de desarrollar un programa de construcción nacional en toda regla, tuvieron, de hecho tienen hoy todavía inexplicablemente, los suficientes recursos económicos y las competencias legales para hacerlo. Pero sobre todo, por encima de todo, las competencias en educación que es la principal herramienta para conducir al desvarío a una tras otra generación. Que se lo cuenten a Hitler o a Castro.   

Con la educación en sus manos y los medios de comunicación a sus pies, recrearon el franquismo, se inventaron batallas y héroes en pro de la identidad catalana y mentira va y viene, distorsión viene y va, convencieron no solamente a millones de criaturas infantiles, también a cientos de miles de adultos que negaron una Cataluña siempre contemporizando con España y sus diversos regímenes -la pela, ese gran heroísmo- y pasaron a ser ciegos defensores de una nación inventada, antifranquista y luchadora por su independencia, una nación como castillo de irás y no volverás. Un cuento tan alejado de cualquier rigor histórico, tan preso de fútbol y folclore, que algunos pensamos que aquello, con el tiempo, poco tiempo, no podría consolidarse. 

Como la mentira es acomodaticia y la verdad indistorsionable, trasladaron al pueblo una narración virtual de su pretendida y mendaz historia salpicada de sardanas, castellets, para rematar el desatino rebajando a burro catalán el toro español ¡olé!

Quería desahogarme. Por mí que se vayan y que les vaya bonito. 

Mañana más.

 (*) Actualización a día de hoy, 22 de mayo de 2016 horas antes de la final de la Copa de fútbol entre Barcelona y Sevilla: 
"La estrellada no es una bandera, es un mensaje implícito de agravio a un Estado y se exhibe para confrontar una minoría con una mayoría y vejar sentimientos. Hay hechos contundentes y repetidos que así lo atestiguan. Puesto que existe otra bandera que representa a Cataluña , como la ikurriña representa al País Vasco, la estrellada es a la bandera de Cataluña lo que la de ETA es a la ikurriña: hacha y serpiente frente a cruz y roble. Los símbolos no son neutros y expresan sentimientos y posiciones que se configuran en mensajes de solidaridad o rechazo, confraternidad u odio. Como en Usa está prohibida la roja con la hoz y el martillo o aquí la de Eta. Por eso la estrellada debería estar prohibida."
Intervención mía en una "red asocial" hoy mismo, como contestación a la interpretación de la Ley hecha por un juez.