24 de junio de 2015

Aplicaciones Peligrosas o La Báscula Delatora

Se inventan y desarrollan todo tipo de aplicaciones para uso en la internet, a cada momento. Algunas se revelan como un peligro para la convivencia: las aplicaciones más "sociales" -este mismo blog, sin ir más lejos- porque dejan mucho rastro y las de uso más personal, porque pueden suministrar información a terceros sin que seamos conscientes de ello.  

Ese marido que viaja frecuentemente por asuntos de negocio, que se desayuna, almuerza y come fuera de casa -de manera que inevitablemente produce engrosamiento de sus carnes- decide vigilar su dieta tanto como su peso, diariamente, antes y después de cada viaje. Riguroso en el planteamiento y determinado a ello, adquiere una báscula con aplicación conectada al wi-fi para descargar en su móvil el histórico de sus pesadas, la información de sus kilos de más o de menos en función de los viajes e ingestas. 

La báscula con su aplicación ha dejado en evidencia a su mujer. Por supuesto la historia transcurre en Estados Unidos y en el juicio del divorcio la prueba aportada por el marido para acreditar la infidelidad de su mujer se basaba, precisamente, en la aplicación informática instalada en el hogar -ora sacrosanto recinto, ora cubículo para el fornicio o cochiquera de promiscuidad- y los datos que registraba, todas las mañanas, en el preciso momento en que el marido se ausentaba por viaje de negocio. Inexorablemente alguien que no era su mujer utilizaba la báscula. Sus pesos no coincidían en absoluto, ni por supuesto los momentos de las pesadas; después descubriría que tampoco coincidían ni en edad ni en estatura ¡maldita sea! 


De los millones de parejas sentimentales que espían recíprocamente sus móviles, surgen millones de separaciones. El medio es, por sí mismo, por sus aplicaciones, por su inmediatez que suele virar a inoportunidad en tantas ocasiones, peligroso. En la infidelidad hay que desactivar todo lo que pueda alertar o dejar huella; en caso contrario, dar por perdido el juicio de divorcio. 



Como decía Phil Esterhaus, sargento de la inmejorable serie Hill Street Blues: tengan cuidado ahí fuera. Hoy nos retratamos todos a todas horas: cuando no es por un teléfono, propio o ajeno, es por una webcam, un cajero o un datáfono. Y también sin necesidad de salir ahí fuera, en el baño de casa, por una báscula delatora.