Seguramente la portada de ABC que he pegado aquí, con todo el contenido subliminal o no que cada cual queráis dar y sus posibles segundas y terceras lecturas, sea producto de un maquetista obligado a cumplir órdenes del departamento de publicidad:
-El pie de portada es el reclamo de Boston Medical...
Y así ocurren casualidades divertidas, connotaciones, más que frivolonas o erótico festivas, que definen una realidad, que permiten asociar un concepto con un rostro, una mirada.
No me parece que, al margen de ideologías y tendencias y del sentir más monarquicón o más republicano de un esporádico lector del ABC, se pueda dudar de la estrechísima relación entre el personaje y el mensaje publicitario. Por oposición: lo que parece es que su serenísima no necesite para nada el producto, no es de ningún modo lo que podríamos entender por consumidor potencial. Bien al contrario, su porte, su mirada con cierto sosiego varonil que se entrevé más que se sospecha, expresa satisfacción personal y equilibrio, un personaje nada compulsivo que no quiere decir frío pasionalmente sino más bien capaz de domeñar el instinto y sublimarlo.
Ahí es nada un producto solucionador de ese conflicto íntimo que tienen algunos varones, ese conflicto la mayoría de la veces más mental que físico porque, si realmente es la falta de tensión la que imposibilita el acto ¿a qué comer si no se tiene hambre?
De la satisfacción sexual del varón, como de la mujer, depende nuestra capacidad de ser -en según qué momentos- perfectamente finos y sensibles y también y necesariamente incluso vulgares y primarios.
Es la montaña rusa del sexo que, para un bien pasar, necesita tanto de la pasión desenfrenada como de la ternura sosegada y serena. Pasión y ternura en ocasiones diferentemente situadas en el antes o el mientras sucede o el después del acontecimiento. Depende. Y las variantes van a influir directamente en las mutuas satisfacciones.
Y es que el sexo real, el que deleita, sacia y complace está en el cerebro, entre el hipotálamo y el bulbo raquídeo, aproximadamente a más de un metro de donde se le supone.
Felices fiestas, mis queridos finstros sexuales.
Es la montaña rusa del sexo que, para un bien pasar, necesita tanto de la pasión desenfrenada como de la ternura sosegada y serena. Pasión y ternura en ocasiones diferentemente situadas en el antes o el mientras sucede o el después del acontecimiento. Depende. Y las variantes van a influir directamente en las mutuas satisfacciones.
Y es que el sexo real, el que deleita, sacia y complace está en el cerebro, entre el hipotálamo y el bulbo raquídeo, aproximadamente a más de un metro de donde se le supone.
Felices fiestas, mis queridos finstros sexuales.