2 de julio de 2014

Monaguillo y Dircom.

La manipulación más burda, infantil y perfectamente estúpida, cambia en la televisión española el tuteo por el usted en aras de no sé bien qué criterio. TVE, La Uno, Telediario 2 de 30 de junio: dos efes, Francisco I y Felipe VI se encuentran en El Vaticano. Al acceder a una estancia, el recién nombrado rey de España dice al Papa "los monaguillos, primero" invitándole a pasar delante de la reina Leticia y de él mismo. El Papa le responde: "ah, te lo dijo tu padre". Se oye claramente en el audio del video, con un dejo, una pronunciación levemente porteña ¿viste? Televisión Española suprime el audio y sobreimpresiona la frase "Se lo dijo su padre" ¡un diez para la mente portentosa!

Los directores de comunicación, hoy Dircom, suelen ser pajilleros mentales que simplemente saben que absorber se escribe las dos con be. A veces, ni eso; pero adaptan muy bien el con/sin corbata a la circunstancia de quien les paga. Excepcionalmente los hay que funcionan. 

Ya saben que si no me dirijo a persona concreta o grupo familiar, yo no tuteo. Ahora hay mucho tuteo que lleva a mucho ninguneo. Se entiende que el usted es una forma de respeto, no quiere decir de distancia, compatible con el afecto y el cariño, la admiración, la complicidad, en fin con una relación estrecha y profunda. 

El tú de arriba abajo, cuando el trato de abajo arriba es de usted o de alteza o de majestad, todavía sitúa las relaciones de modo más radical. 

Un suponer: hermoso día de esquí en Baqueira, un invierno a principios de los años noventa y bajada hacia la cafetería de Bonaigua cuando un tipo, seguido de otros dos, desliza ligerito -pista azul- y para en la misma puerta de acceso. Se quita las gafas y el gorro y aparece Juan Carlos de Borbón y Borbón ¡ay! y yo con aquellos pelos.
-Buenos días, señor, soy fulano hijo de José Luis y tal y cual y esto y lo otro.
-¡ah! ¿Que tal tu padre? Dale un abrazo ya sabes que yo le quiero mucho.
Sin entrar en detalles, sería el caso pero no importa, la anécdota no pasó a mayores. Trasladé el abrazo a mi padre, ya entonces octogenario pero con buena salud y cabeza tan lúcida como para hacerse el sordo cuando no quería oír algo o necesitaba tiempo para procesar lo escuchado. 

Aquella real situación vivida por mi me satisfizo hasta el punto de entender el mundo al revés: uno se queda muy a gusto cuando todo un rey te tutea. Después, uno se desilusiona cuando le explican que ese rey -cronológicamente nombrado rey por Francisco Franco, la Cortes Españolas de 1975 y ratificado por el Congreso de los Diputados en 1978-  y su familia tutean a todo el mundo. O sea, no se trataba de una deferencia sino de probablemente un mensaje a los dos tipos, guardaespaldas, que esquiaban con él: "este atrevido, sin problemas". Los que conocen bien el asunto protocolario me dicen que la casa real británica jamás tutea.

El Papa, todos nosotros cuando oramos, tuteamos a Dios "...santificado sea Tu nombre...". Hoy, el trato entre españoles oscila entre el tuteo inadecuado, inoportuno y falto de educación y el Majestad, Señor, Alteza, absurdos y de dificilísima aplicación sin que en medio se escape un "usted". El Papa hizo bien y, como buen jesuita, la cosa va a quedar suspendida en la duda de si el tuteo fue a propósito o un, digamos, desliz propio de un párroco sencillo acostumbrado al saludo de barrio capitalino.

Ya casi todo el personal razonable -escaso pero existente- me trata de usted. Sirve para constatar que uno transmite edad, o sea, andropausia cabalgante.

A mi que me traten como quieran, pero sonriendo. Por favor.