5 de agosto de 2014

Caballo asomando por balcón


Para Zantiago, que m'eztará ezcuchando, zí, zí, zí.

Paseando por esta ciudad húmeda y artillada, el mejor puerto natural de la costa atlántica europea que -como mujer morena, alta y rotunda- quiso ser conquistada en multitud de ocasiones, el asombro es tan excepcional como escaso. Todo, casi todo, está en su sitio, al menos a la altura de los ojos. Es necesario elevar la mirada, en varios sentidos, para encontrar la sorpresa.

Aquí, cuando uno mira al cielo, aparece un caballo asomando por un balcón de una primera planta, eso sí con el buen tiempo. Es reclamo, supongo, para vender las telas de un negocio que llaman "Tejidos Santy", precisamente con i griega o ye, se conoce que para rematar la originalidad y distinción. El azar hizo que yo tenga un hermano llamado Santiago (otro, Juan y con ello tenemos en casa a los Hijos del Trueno y de Zebedeo) que además de inmensamente querido por mi parte es amante de los equinos, de los nobles, especialmente de los potros y yeguas capaces de ganar un gran premio en cualquier hipódromo del mundo y si es posible por media cabeza y en el último tranco, en el umbral de la meta. 

Aquí nada parece causado por entrada de caballo -o elefante- en cacharrería, ni siquiera el conflicto. Aquí los astilleros, como en el resto de España, son una auténtica sangría económica por mor de mantenerla y no enmendarla, falta de huevos, incluso los del caballo de Espartero que aquí tiene calle a falta de estatua. Sin embargo, todo aparenta normalidad, ya digo, a la altura de los ojos. Con el asunto de los astilleros, eso sí, cuando uno alza la vista se encuentra una verja de unos doscientos metros de longitud con ropa colgada, de todas las tallas, colores y tipos llamando en este caso la atención porque solicitan carga de trabajo, "carga de traballo". Supongo que a Merkel y Obama, que son los que reparten.

Aquí, pudiera ser que para compensar el feísimo espectáculo de la ropa mugrienta colgada de la verja, alzando la vista al cielo te encuentras maravillosas fachadas de un arquitecto local, Hucha Piñeiro, que fué capaz de sublimar -mucho antes de la burbuja- el ladrillo y el cemento. Un personaje que como otros tantos, creo que demasiados para lo que puede haber dado de sí esta población a lo largo de su historia, pasaron sus nombres a las letras de molde y para siempre: Pablo Iglesias, el original, y Francisco Franco, el único; Paula Vázquez y Jesús Vázquez, nada de nada entre ellos...; Concepción Arenal, Torrente Ballester, Canalejas, por la parte intelectual y cantando Juan Pardo y corriendo, mucho, Gómez Noya. Entre otros.

No me digan que no lo diga, no puedo aguantarme: no es lo mismo "tejidos" "Santi" y novedades en el piso de arriba que te joden no ves nada y encima te pisan ¡las patas de un caballo!