29 de agosto de 2014

Cubos De Agua Helada

Viernes. Aunque mis labores ahora, generalmente, empiezan cuando quiero y terminan cuando me da la gana, por alguna razón que se me escapa mi cabecita loca sigue cerrando los viernes, a eso del mediodía, el tránsito entre una y otra semana. Un lamentable error del que me resulta tan difícil como innecesario huir. Voy a plantearme abrir la semana los miércoles por la tarde (la cuenta adelante a eso de las dieciséis diez, que es cuando me quedo amodorrado) que en invierno suelen retransmitir partidos del Madrí y a mí me gusta porque mi mamá ya no me mima.

Esta semana ha transcurrido entre cubos de agua helada derramados sobre las cabezas de todo tipo de seres humanos, mayormente personajes populares y famosillos de ocasión, en pro de una cuestación para atajar la esclerosis lateral amiotrófica, ELA. Es esa enfermedad que -entre otros- padece el físico británico Stephen Hawking, por poner un ejemplo bien conocido, visible y socialmente manifiesto o sufrió Mao Zendong, el dictador chino a quien Guan Yu, su dios de la verdad y la lealtad, aún mantiene en los infiernos del más allá. Por hijo puta.

Marketing ¿social? ¿Tontez borreguil?
La cosa, a modo de campaña publicitaria y que ha sido denominada Ice bucket challenge, trataba de recaudar parné, money, cuartos, pasta, plata, para impulsar la investigación de la enfermedad. Los resultados han sido espectaculares en términos de difusión en redes sociales. Muchas apariciones de todo tipo de personas -ya digo- echándose o recibiendo, sobre sus cabezas y hombros, el agua helada, alojada en cubos u otro tipo de envases. Los resultados, en términos de recaudación de dineros, aquí en España, más bien pobres ¡qué digo pobres, cutres! unos 120.000 eurillos en lo que va de semana, cinco o seis días. 

La gente está aburrida. El personal se entusiasma con unas soplapolleces impensables. La primera vez que vi en la pantalla de este asqueroso portátil, vía www., a más machos que hembras y más jóvenes que mayores dejándose empapar con agua helada, se me quedó la misma cara que cuando abres, precisamente, la nevera y el agua fresquita que ibas a beber te sale caldosa y el gazpacho canta a potente vinagreta ácida. 

No digo que la iniciativa sea mala, que desde el punto de vista de la notoriedad se ha mostrado eficientísima. Digo más y peor. Digo que de esa necesidad de investigar la obligación recae, claramente, sobre los ministerios de sanidad de los gobiernos de países desarrollados -por calificarlos de algún modo- y muy especialmente de las farmacéuticas que además de investigar para su propio interés se benefician ¡y tanto! con infinidad de productos placebo que adquirimos a precio de oro o platino. Nosotros ya pagamos nuestra sanidad y para la caridad es obvio que existen otras prioridades. 

Mucho ruido y pocas nueces para ser viernes. No pienso pillarme un resfriado.