20 de septiembre de 2014

La Libertad Del Olvido

Hay quienes imaginan el olvido
como un depósito desierto/una
cosecha de la nada y sin embargo
el olvido está lleno de memoria

MARIO BENEDETTI



Antes del olvido está la conciencia del olvido, reconocer que hay olvido. Reconocer la ausencia del recuerdo que acompaña hoy, innecesariamente, nuestra vida. 

La conciencia del olvido procura la frustración de quien olvida y el protagonismo anónimo de lo olvidado. Se olvida porque la memoria elige entre lo menos bueno y lo peor y esconde lo mejor en otras sustancias de nuestro espíritu, lejos de la actividad selectiva de neuronas y axones, en un lugar donde no se comparte.

Fontana De Trevi
El recuerdo, a espaldas del presente, es penosamente útil: por alegre ya no volverá y por triste es doblemente absurdo. Es el recuerdo una nube que nunca nos alcanza; es un objeto que sugiere circunstancias de personas y espacios imposibles de retomar, difusos, desenfocados, inconcretos. Sin recuerdo no hay olvido, hijo del abandono de la memoria. La esclavitud del recuerdo nos anula la libertad del olvido.

Noches y amaneceres llenos de "nomeolvides" permanecen. Sobreviven al deterioro químico y no se comparten ni se exhiben. No es posible el vacío donde la posesión ocupó el último rincón, la emoción más turbada.

Ahora recuerda que las palabras no son neutras, que no deben juntarse para hacer juegos mejor para el olvido, que tu memoria es la mochila colgada a tus espaldas de la que puedes desprenderte cuando leer, reconocer, comparar y situar, hiera más que satisfaga. 

Y sí, tu olvido está lleno de memoria. Se me olvidaba decírtelo.