19 de diciembre de 2014

Cuba, el Infierno del Paraíso (II)

Estos días en los que Obama y Raúl Castro empiezan a hacer manitas me sirven para recuperar dos escritos de un amigo y compañero, del alma compañero, Antonio Metafísico Español, que en su momento me envió a través de la nube y que tituló "Cuba, el Infierno del Paraíso". Aquí os dejo el segundo de aquellos escritos.

Infierno

La Universidad de La Habana solía estar tan limpia como falta de medios, hasta de simples bolígrafos y folios. Era el referente de la situación pobre y precaria de todo el país, el ejemplo de las carencias de productos y servicios imprescindibles:
1) En Cuba hay cortes de electricidad diario tanto en viviendas como en entidades estatales.
2) El teléfono fijo apenas existe en las casas -para que una familia pueda tenerlo hay que pasar unos trámites ¿burocráticos? en los que pesa más la pertenencia al régimen que la verdadera necesidad familiar- y los móviles solamente los tienen, con absoluta restricción para llamadas internacionales, los más afectos al régimen y algunos directivos de profesiones en las que la urgencia suele ser la base de la actuación (médicos, bomberos, policía).
3) En los hogares no hay televisores sino unos cacharros, la mayoría en blanco y negro, que sintonizan dos cadenas estatales exclusivamente y suenan peor que mal. A quien se le ocurra instalar una antena parabólica sin permiso -no se dan permisos a particulares- le espera sencilla y llanamente, la cárcel.
4) Por supuesto, no hay aire acondicionado prácticamente en ninguna casa. En la mayoría de hospitales (en 1997) tampoco; no hablemos ya de climatización.
5) Hay libreta de "planificacion de la comida" y para productos de higiene y limpieza. Estos últimos se despachan, generalmente cada tres meses, hasta dónde el stock aguanta y cuando toca su distribución apenas llega al 20% de las familias con "derecho" a ellos.
6) Las acometidas eléctricas para el hogar no tienen apenas potencia, casi todas provienen de enganches ilegales y no hay cocinas eléctricas, no hay reparto de gas en bombonas.
8) En los grandes núcleos urbanos, lo dicho para la electricidad vale para el agua. Pero con los problemas que ello conlleva para la salud.
7) Los medios de transporte, salvo para el turismo, son una auténtica mierda, más apropiada para trasladar ganado que personas. El parque automovilístico es el ejemplo más evidente de la creatividad cubana; la base de los coches suele ser un chasis y un motor de los años 60; más modernos, los Lada de los 80.
8) En los hospitales, no hay sillas de ruedas para los invalidos y si vas a ser ingresado en el 90%  los casos tienes que llevar tus sábanas y toallas. No hay que enfermarse en Cuba, ni siquiera llamándote Castro.
9) En Cuba existe un organismo, Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos, que tiene por objetivo "educar" al ciudadano compañero en los hábitos para una alimentación saludable. En sus documentos no hay mención a ningúna clase de carne ni pescado. El cubano no tiene acceso a la carne, o escasísimamente a la de cerdo y pollo; al pescado, cuando se vive en la costa y se extrae de tapadillo o se reparte con el policía de turno. A base de arroz con lo que sea (fríjoles, cebolla, tomate...) y fruta, mucha fruta, accesible todo el año tan simplemente como alzar la mano, el cubano -dicen las estadísticas oficiales de ellos, no contrastadas por ningún organismo (OMS, p. e.)- tiene una esperanza de vida alta, bastante más baja que la española o japonesa pero igual que el ciudadano Usa. Yo, en Cuba, comiendo en sus paladares -los legales, los consentidos y los ilegales- siempre adelgacé en todos y cada uno de mis viajes. Y no comí a gusto ni siquiera desayunando.
10) Para ir terminando, y constatar la calidad de vida del régimen comunista cubano, esa educación gratuita, esa pretendida "cultura", espléndidamente planteada en la teoría, produce una gran mayoría de licenciados, especialmente en las carreras o profesiones técnicas, que no pasan la revalidaciones de titulación en las universidades europeas o americanas.
11) Finalmente y en relación con los derechos y libertades: para el individuo corriente es imposible, no digo ya la adquisicióln, el acceso a un ordenador personal y está capado el uso de internet; la posibilidad de transitar libremente por el terriotorio nacional requiere salvoconductos provinciales y la inmensa mayoría de las actividades de cualquier tipo (económicas,culturales, empresariales, etc.) que pudiera querer emprender un o unos inquietos, requieren un largo proceso administrativo que se consolida en el 99,9% de los casos con un rotundo no a la iniciativa. Son esclavos.


Me senté a su lado en el parque Coppelia. Habíamos quedado un sábado por la tarde, para poder hablar tranquilamente en medio del gentío paseante, para pasar inadvertidos. La verdad es que yo estaba intranquilo, aquel alumno me había parecido extraño y cuando me pidió charlar y le ofrecí, como lugar apropiado para hacerlo, el hotel donde me alojaba me sorprendió la rotundidad con la que se negó tajantemente a hacer visible nuestro encuentro:
-Profe, eso es una locura, eso acaba conmigo.

Supe que era doctor en Ciencias de la Comunicación Social, que había dirigido una cátedra para adultos mayores, que había sido represaliado por el régimen, que se había colado con documentación falsa en la maestría que yo impartía, que malvivía de los doláres que ingresaba por sus colaboraciones bajo seudónimo en publicaciones de centro y sudamérica y que quería que, una vez fuera de Cuba, pusiera en el correo tres sobres, tres envíos. El primer envío iba dirigido a la editorial Tusquets Editores, el segundo a Santiago Carrillo Solares con residencia en el Congreso de los Diputados, en Madrid, España; el tercero tenía escrito un número de teléfono al que llamé; me atendió primero un caballero y después una señora.


Cuando tengo que quedar con alguien desconocido o en "modo despacho" o para un simple trámite, suelo acordar la cafetería Riofrío en la plaza de Colón, si se trata de Madrid. Ella estaba sentada y gracias a su pasador de pelo y a sus pendientes la reconocí facilmente, tal cual me los había descrito. Me presenté-

-Soy Antonio Metafísico, buenas tardes, encantado... Dije mientras alargaba mi mano entregando el sobre.
-Siéntese Antonio, siéntese...
En la mesa de al lado había un armario que tomaba cerveza, una y otra caña; de cuando en cuando me miraba de reojo.
-No se preocupe, es mi secretario; me ha traido y me ayuda mucho, es muy buena persona, lleva conmigo más de treinta y cinco años...

Al salir de Riofrío pensé que aquel día iba a ser inolvidable, que lo recordaría el resto de mi vida: había conocido a una ex amante de Fidel y a un hijo de Fidel. Ni él ni ella me dijeron una mala palabra sobre él o su régimen, únicamente ella dijo "allá solamente hay libertad para pensar".


No recuerdo ni el día, ni el mes y dudo sobre en qué año se produjo mi encuentro con el hijo y la madre, tal vez en 1999. Era primavera.