28 de diciembre de 2014

El Sabor de la Impotencia

Para Churra, como elogio de su resignación con todo mi amor.


A veces las mejores intenciones obtienen el agravio como resultado. Los cementerios están llenos de buenas intenciones.

La exaltación y el elogio de una parte suele llevar implícito el menosprecio de otra. La mente fina, el espíritu depurado, se caracteriza por su capacidad de distinguir el acto de sus efectos, de su alcance. La opinión no requerida, el por hablar y decir de y sobre terceras personas o situaciones, incluso sin propósito concreto, califica la talla de la persona.

En nuestras relaciones forzosas, aquellas que nos vienen dadas o impuestas por las circunstancias, en el ámbito laboral por ejemplo -del que hay que proponerse huir lo antes posible- o en el familiar ¡ay! o en el de la comunidad de vecinos, siempre aparece el oficioso metomentodo que indica a los demás lo que hay que hacer en cada ocasión; él o la suficiente que presupone sin confrontar y toma iniciativas por otros sin consulta previa.

Son los necios, atrevidos por ignorantes, faltos de reflexión y sobrados de autoestima que invaden la voluntad de los demás, es decir la libertad ajena, que imposibilitan la convivencia relajada. Te dicen lo que tienes que hacer, sentencian sobre los actos de los demás, muchas veces sin maldad. Esa falta de maldad es el motivo por el que producen impotencia, frustración, en los que forzadamente conviven con ellos, en los afectados por su actuación permanentemente necia, mema, irreflexiva y simple, mentecata y boba.

El peor enemigo es el tonto. Lo dijo Wilde: "Lo peor es un enemigo tonto. Un enemigo inteligente, si también lo somos, no deja de apreciarnos por ello y combatirá siempre con nobleza contra nosotros".

Pero es que el tonto, la tonta, es previsible en el sentido de que no se puede contar con su aportación nunca jamás. No sirve para la relación del día a día, mucho menos para fortalecer la convivencia, para estrechar lazos. Es el último en enterarse, si llega a saberlo, de que la mayoría se sienten impotentes para relacionarse más ceñidamente con él o ella, de que el resto de la fiesta bebe y se alimenta de aquellos que estimulan la relación simpática, cómplice, veraz, sin ánimo impositivo ni referencias personales; la relación si se quiere obligada o voluntaria, casual o permanente, pero que no genera el sabor de la impotencia y suele gratificar.  

¿Cómo le dices a un zafio mental que lo es, a una vulgar intelectual que se abstenga? No es necesario que lo sepan, ni siquiera prescindir de ellos porque en ocasiones sus tonterías, sus memeces, sus descalificaciones, significan una oportunidad para nosotros.

Que en 2015 Dios nos aparte de ellos. O los mantenga a distancia.