16 de marzo de 2015

Capitalismo Jónico Con Vistas a El Partenón

Varu y señora, casta -social- y pareja redentora,
de los parias griegos en su superático de Atenas
El chulo prepotente es una personalidad que, de modo general, escapa del catálogo de los políticos. El político suele mostrar, hasta donde sus dotes de actuación le permiten, humildad, templanza, desapego material y esas apariencias que forzosamente hay que guardar especialmente cuando el panorama -el ruido social- está exaltado, exageradamente apasionado. En cualquier caso, adaptado a la audiencia del momento, el político debería pecar de modestia, de sencillez que siempre venden mucho más que la prepotencia. 

No es el caso de Yanis Varufakis, político griego recién ascendido por demérito de las urnas al inalcanzable techo del ministerio de economía y finanzas, o algo así, que a las primeras de cambio ha gestualizado en modo "peineta" su desprecio por Alemania. El gesto está en coherencia con su aprecio por la bravuconería y la jactanciosidad de este irresponsable que, de momento, dispone el presente -que no el porvenir- de diez millones de almas. Porque, se ponga como se ponga, el futuro de los griegos depende de ellos pero, hoy, más aún del resto de Europa. 

Varufakis muestra talento como portero de discoteca y torpeza, o ceguera, absoluta como político, especialmente en la gestión de su propia imagen. Un tipo que abraza, sin ambages, el marxismo más rancio ha mostrado su verdadera cara, su vivir burgués, esta semana en Paris Match mediante reportaje en su espléndido ático ateniense con vistas a El Partenón. Ante tanta hambruna como dicen hay en Grecia, tanta necesidad perentoria y tanto endeudamiento, conviene guardar las formas y las viandas y las bebidas que se muestran en la publicación de Paris Match. 

Es mucho más que una impertinencia o un error de principiante. Es una ofensa; también la manifiestación evidente de la falsedad de los valores que predica y los principios que defiende. Es el capitalismo florido, la muestra más jónica que dórica -por aquello de la sobriedad- del engaño de un discurso que, una vez más en la historia de la humanidad, llevó las vísceras a las urnas, en vez de la razón.

Brindemos con Varufakis y señora por el pronto restablecimiento de la prosperidad en Grecia.