Para Merce, una reflexión a propósito de estos días.
Sabes que intelectualmente no puedo, ni de lejos, aproximarme a los conceptos o términos medulares del ser humano: la verdad, la libertad, el amor, la caridad, la justicia. Mucho menos abarcarlos. Me atrevo por mis años y tratando de explotar el poco sentido común ¿común a quién y con quién? a ratificarte hoy, tantas lluvias después, que en tu caso la verdad te ha hecho libre.
No resulta sencillo identificar la verdad. Frecuentemente ¡ya se ha dicho tantas veces! la realidad -da lo mismo física que metafísica- se confunde con el deseo.
Nuestra cultura, occidente, impele a actuar, en demasiadas ocasiones, como animales soberbios, vanidosos, galopando a lomos de un orgullo capaz de rechazar evidencias contundentes que trae la vida: negamos y ocultamos la muerte, negamos y rechazamos la enfermedad, escondemos las desgracias, tapamos las carencias. En el paisaje de esta sociedad banal, consumista, las desdichas, la pobreza material o intelectual, se camuflan, se enmascaran.
Frente a las dificultades de la vida o los simples contratiempos decidimos no aceptar la realidad. Es entonces cuando el destino presenta su factura por no haber asumido la verdad: pasó aquella ocasión que se tuvo para minorar el problema o mejorar la situación o prever soluciones -pasó el día, pasó la romería- ya imposibles. La libertad que supone aceptar la verdad se torna esclavitud: por la torpeza de la interpretación, la negación del hecho, la utilización del autoengaño y la mentira.
Tomar decisiones negando la realidad y ensimismarse, embeberse, ovillarse en la vanidad y el orgullo que impide admitir que aquello no era como se percibía, que aquel otro tenía toda la razón al analizar la situación que se negaba, permite escapar el tren de la razón, descarrilar la máquina por la intransigencia y los vagones por la soberbia.
La verdad se soporta en el alma de las personas; el alma, en la inteligencia y la voluntad. La verdad se capta y acepta o cuando se rechaza, consciente o inconscientemente, siempre es por medio de los peores recursos que tiene el ser humano: la manipulación del hecho, la descalificación, la mentira, la ofensa, el orgullo, la vanidad, el retorcimiento de las evidencias, el asesinato del mensajero.
La verdad va contigo. Siempre rechazaste la hipocresía, siempre has dado la cara, siempre has sido honesta. Libre y capaz de sobrevolar montañas sin confundir altos picos con praderas llanas, la realidad con el deseo, el mérito con el merecimiento, el deseo con la realidad. Seguramente fue por eso por lo que me embarqué contigo. Cuenta conmigo para mantener tu libertad.