Sea o no la instantánea contaminante del año, la fotografía muestra a Lomana dando la espalda a Nacho Vidal, que parece va a embestir con la proa a la morena famosilla que a su vez ningunea a un macizo tatuado simplemente chonihortera. Del resto de posantes, reconozco a la señorita de la izquierda, bipieza azul, cuyo mérito empieza y acaba en ser hija de Pantoja, enorme voz de luces. Los otros cinco reposan en el estante de mi más absoluto desconocimiento.
Tropecé con la imagen en la sección de sociedad de un digital. Abrí "Mis imágenes" y nuevo tropiezo al clicar la carpeta denominada "Basura". Aparecieron, en modo pre view, las fotografías de aquellas otras playas gallegas contaminadas con chapapote, cuando lo del Prestige -que la culpa la tuvo Aznar- o cuando lo del Mar Egeo -que la culpa no la tuvo González- o cuando el Urquiola -que la culpa no la tuvo nadie porque, todavía sin constitución y con Suárez al gobierno, la cosa no estaba politizada- y la copié y pegué. Aunque solamente es una fotografía, no debería yo tratar a humanos de ese modo; con humanos, en este caso, quiero decir antropoformos.
Ocho desterrados, tres supuestamente machos y cinco supuestamente hembras, a un confín donde deben sobrevivir, pero sin temor a fenecer en el intento. La prueba: Lomana luce reloj de pulsera. La puntualidad es importante, pero en su caso por detrás del símbolo externo. Ocho desterrados que se enfrentan a otro grupo, también de ocho, en pruebas de pretendida supervivencia y dispuestos a rebozarse en la basura de la fama inane y reciclarse en detritus consumible: el personajillo popular.
Se ha instituido en gran parte de la sociedad el oficio de famoso. El meritoriaje es intranscendente aunque de partida ayuda mucho provenir de entorno de conocidos. La popularidad es un valor en sí misma, no importa la reputación precedente o consecuente; basta que el personaje sea ruidoso, que se pueda hacer un par de castañuelas con su trayectoria.
Cuando se alcanza el grado de famoso, que deviene en un momento preciso y por un hecho generalmente tan circunstancial como insustancial, hay que esforzarse. Es necesario provocar noticia, valen todas las herramientas: el insulto y la descalificación, la mentira en todas sus versiones -puestas en escena falsas como euro de madera, incidentes provocados, pilladas por sorpresa planificadas, recreación de pasado y relaciones inexistentes, embarazos, abortos, casamientos, divorcios, etcétera- de forma que empiezan los codazos y las zancadillas sin miramientos o previamente negociados. Todo es mentira, es irreal, es la guarnición del famoso acompañando a veces a carne a veces a pescado, parte del menú para consumo de televidentes.
Hay mucha adicción al patio de Monipodio de los grandes grupos de la televisión privada que, como salsa acompañante de sus platos, prefieren conductores de programas exhibicionistas de su condición gay; tendrá su razón de ser. Es el negocio del prime time, de las grandes tiradas de ejemplares de las revistas del corazón, con un principio: el medio, la basura, justifica el fin, la audiencia.
“Condenar la televisión sería tan ridículo como excomulgar la electricidad o la teoría de la gravedad.” (Federico Fellini)
"La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural." (Federico Fellini)