Feisbuc me mata. Soy activista digital de esa plataforma que con más de mil millones de usuarios, entre los que -como no podría ser de otra manera- los hay intencionadamente perversos, posibilita mantener relaciones banales pero también fuertemente emocionales y, gracias a su inmediatez, convierte momentos en instantes ora sorpresivamente gratificantes ora perfectamente necios.
De pronto en feisbuc, generalmente acompañado de imagen y sonido, el mensaje nos conmueve y nos lleva hasta el límite de la emoción. Eso es nuevo. Nunca antes en la historia de la humanidad, ni siquiera con la televisión, un mensaje de persona a persona podía llegar tan repentino, tan sorprendente, tan capaz de desmontar tu ánimo y encadenar estímulos respuestas hasta la extenuación. Antes, ayudaba Interflora o la visita por sorpresa; ahora, feisbuc. Especialmente esos días, muchos días con el paso del tiempo, que marcan de manera definitiva el calendario mensual y que en mi caso son el 2, 3, 6, 14, 15, 19, 22, 23, 24, 26, 27... Hoy es 19 y viene triplemente marcado.
Esa fotografía que ilustra esta entrada la tomó mi cuñado Pablo. Mi cuñado fotografía todo lo que se mueve o está quieto; tiene ya una importante colección de magníficos lienzos, algunos espectaculares, geniales. Suele compartir por feisbuc, pero donde más se aprecia su trabajo artístico es en su portal http://pabloavanzini.com/
Un hombre, un día soleado, en lo que parece la paz de un paseo marítimo, relajadamente. Contempla ¿o piensa? ¿contempla y piensa? La instantánea sugiere, creo yo, tiempo atrás. Quiten la persona y ¡ale hop! la connotación más probable sería soledad. Ahora, por feisbuc van y me dicen eso de una imagen vale más que... Lo que no siempre es cierto, aunque en este caso sirve para interpretar estados de alma.
Hay quien se cuestiona el pensamiento concreto del personaje. Una amiga de Pablo, seguidora de sus fotografías, Gabriela Pérez Muñuzuri -no tengo el gusto- se cuestiona "¡qué estará pensando?", así como yo lo escribo aquí, entre admirativo e interrogativo, probablemente siguiendo el principio aristotélico de que "El alma nunca piensa sin una imagen mental".
El hombre pensante mira al horizonte, a media altura. Gabriela dice que está pensando, que piensa. Yo digo, que en ese mismo trance, en otro parque, como en un espejo, otra foto de Pablo insertada en el mismo enlace captura el paso de la vida, en una expresión que seguramente ignore la propia travesía ¿sin pensar? contemplando. Son expresión de tiempo atrás, de la crudeza del invierno que irremediablemente siempre llega, aunque ahora el sol esté templando sus rostros y también sus nostalgias.