9 de julio de 2015

El PP me Mata

Si Rajoy fuera bombero se quemaría, si fuera árbitro metería gol de rebote y de desempate en el minuto noventa y uno. Si fuera político, lo que se dice político, jamás se permitiría aceptar el nuevo logotipo del Partido Popular: una cosa de diseño rancio, tenso por muy circular que lo quieran, con una tipografía de taco que empeora la que traían, sin un atrevimiento mínimo, un toque, algo. Creo que lo ha hecho -no diseñado, que de diseño no tiene un carajo- él mismo, con su señora y Arenas de palmero.

Lo del PP tiene tanto delito como impotencia crea a los que, más a menudo que inusualmente, hemos creído que votar a esa formación era votar lo razonable, era votar al partido con más personas preparadas para gestionar eficientemente nuestro patrimonio, nuestra libertad y nuestros derechos. Seguramente siga siendo así, más o menos.

Estos años de subida de impuestos -la promesa era bajarlos- y de contemporización con el separatismo, de mantener a todo el poder judicial campando por sus respetos -y por sus fueros- de permitir la suelta de Bolinaga o repetir hasta la saciedad que no ha habido rescate, que la culpa fue de ZP -que aun siéndolo pues la cosa tuvo un monto de entre setenta mil y cien mil millones, no más- metidos como estamos en un cien por cien de endeudamiento sobre nuestro PIB, estos años me parecen años de aprobado raspado o de suspenso alto. Con la mayoría absoluta había, ademas del económico, retos de suma transcendencia en el ámbito de la justicia y su despolitización y en el del desmadre autonómico. Nada de nada. Yo creí, más de once millones de votantes creímos, que este alumno era de sobresaliente. 

Hay un contrasentido en Rajoy. Se dice que es un hombre que maneja bien los tiempos... ¡vaya, que no se precipita! un político paciente y sensato. Eso le reputan hasta quienes le putean. Paciente y sensato será, pero no el día en que envió un sms con aquello de "Luis, lo entiendo. Sé fuerte. Mañana te llamaré. Un abrazo." Ni el día en que decidió poner a un tal Bonilla a campar por los pagos andaluces; ni el día en que ¡olé! decidió que para las generales había consultado con la almohada y concluido que la mejor opción para el PP y para el gobierno de la nación era él. Sí, él.

Han hecho algunos remiendos económicos, supongo que -la vida misma- tan acertados como mejorables, lo que no está mal. Pero desde mi expectativa de ciudadano que le confió la salud, toda la salud, del enfermo, Rajoy ha sido muy reservón, al cabo sensato por inactivo o por poco atrevido o por sestear mucho y acometer poco. Y el enfermo salió de la grave neumonía pero contrajo una anemia galopante, una artrosis degenerativa que con este PP no hay quien la pare y una demencia frontotemporal -el síndrome del poder, de La Moncloa- que finalmente anima poco al votante.

Lo del nuevo logotipo es la muestra de lo viejas que son las maneras de decidir y gestionar en el PP. El logotipo para ganar las generales es un petardo.