No hay que torturarse con sentimientos de culpabilidad ¡a gastar, a consumir, a comprar objetos innecesarios! Lo que sale de aquí entra allá. Si no fuera por la tendencia gregaria que tenemos los humanos -incoherencia incluida de eso que llamamos civilización: más desarrollo, más consumo vano- no existirían ni los centros comerciales, ni los grandes almacenes; con los mercadillos y no todos, bastaría.
Hoy, último viernes del mes de noviembre, copiamos usos y costumbres de yanquilandia, que también por octubre con jalogüin, y ni Carmena ni Iglesias han dicho nada. Al día siguiente de Acción de Gracias, tan familiar y recogido el evento, los norteamericanos salen compulsivamente a la calle a súbito consumo. Se entiende, un día en familia no hay quien lo soporte.
Los días son productos que hay que tangibilizar, como los 15 puntos del carnet de conducir, permítanme que insista, las cuentas corrientes a la llamada del 1, 2, 3 ó las vacaciones en paisajes inexistentes con palmeras inexistentes a los que se llega a bordo de barcos con piscinas inexistentes.
El capitalismo y la sociedad de consumo producen este tipo de desvarío a dos bandas: la del consumidor y la del vendedor. El consumidor hace de este día viernes la cumbre de su "saber comprar", como lo hace de ciertas rebajas y de ciertas ocasiones donde cree haber adquirido ventajosamente algo perfectamente innecesario, perfectamente inútil y prescindible. El vendedor, generalmente, se desembaraza de aquel embrollo de almacén, de aquella compra que nunca debió hacer al mayorista o fabricante.
Comparados dos televisores anunciados hoy por El Corte Inglés y Media Mark, la diferencia de precio respecto de la compra en línea de grandes distribuidores por internet en un caso es insignificante y en otro es más caro el gran almacén. Con un robot aspirador ocurre idénticamente igual y con el asunto de compras mayores, un coche por ejemplo, el disparate puede ser mayúsculo.
Ford se niega a aceptar black friday y lo denomina blue friday. Con gran estruendo publicita la gran ventaja del día que, rizando el rizo, lo ha anticipado tres fechas para no mezclarse con los demás; hoy, día 26 he llamado tempranito a un concesionario y me dicen que, bueno, que vaya para allá que se puede mantener la oferta y tal. Lo de Seat es más evanescente; no desvela de cuánto es el descuento que aplica en sus vehículos durante el tiempo de la oferta, por eso invita a sus posibles clientes a acudir a sus concesionarios: tienen ofertas inmejorables del día 22 al 27, y ya.
Mañana no salgo de casa.