Huyo, como alma que lleva el diablo, de relaciones tóxicas, disfuncionales, deconstructivas y las perfectamente devastadoras. Como el común de los mortales, supongo. Es que ese empeño en perdonar para olvidar y, salvando el desencuentro, retomar la relación, casi nunca funciona. Al menos, no vuelve a funcionar igual que funcionó o creímos que funcionaba; de carburar y beneficiarse recíprocamente se trata y, no siendo ello posible por una parte o por ambas, vano es el empeño. El negociado de santos y héroes pertenece al ámbito de lo individual, no al de las relaciones humanas incluidas las políticas y en primer lugar.
En el panorama español hoy desfilan cuatro líderes, si es que ese atributo puede aplicárseles, de imposible conciliación: Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Es la toxicidad radical lo que impide cualquier tipo de relación.
Los tres últimos de la lista, políticamente y al margen de su charlatanería, son personajes mediocres en el mejor de los casos y pequeños en su pasado, su presente y su proyección.
Fue Woodrow Wilson, presidente Usa entre 1913 y 1921, premio Nobel de la Paz y disléxico, gobernante que dió el voto a la mujer, quien resumió magníficamente la talla de los políticos -y las políticas- en relación con sus niveles intelectuales: "«los grandes entendimientos discuten ideas; los mediocres discuten acontecimientos y los pequeños, personas», dijo. ¡Ahí les dan!
Lo de Sánchez, Iglesias y Rivera es la evidencia de la mediocridad de los políticos en España ¿qué discuten? Eso, personas y cargos. Ni asomo de ideas y de propuesta de acontecimientos, de revisión de los pasados de modo no sectario. Y es que el entendimiento, en todas y cada una de sus acepciones, se nubla con la ambición y es incompatible con la ligereza, el despropósito y la incoherencia.
Después de la exhibición de la imposible investidura, tres se han quedado en pelotas, desvestidos frente al sentido común y perspicacia de muchos que se abstuvieron y muchos que fueron abducidos por bonitas palabras y frases hueras. Algunos cambiarán su voto y otros votarán lo que no votaron.
No entren en pánico.
En el panorama español hoy desfilan cuatro líderes, si es que ese atributo puede aplicárseles, de imposible conciliación: Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Es la toxicidad radical lo que impide cualquier tipo de relación.
Los tres últimos de la lista, políticamente y al margen de su charlatanería, son personajes mediocres en el mejor de los casos y pequeños en su pasado, su presente y su proyección.
Fue Woodrow Wilson, presidente Usa entre 1913 y 1921, premio Nobel de la Paz y disléxico, gobernante que dió el voto a la mujer, quien resumió magníficamente la talla de los políticos -y las políticas- en relación con sus niveles intelectuales: "«los grandes entendimientos discuten ideas; los mediocres discuten acontecimientos y los pequeños, personas», dijo. ¡Ahí les dan!
Lo de Sánchez, Iglesias y Rivera es la evidencia de la mediocridad de los políticos en España ¿qué discuten? Eso, personas y cargos. Ni asomo de ideas y de propuesta de acontecimientos, de revisión de los pasados de modo no sectario. Y es que el entendimiento, en todas y cada una de sus acepciones, se nubla con la ambición y es incompatible con la ligereza, el despropósito y la incoherencia.
Después de la exhibición de la imposible investidura, tres se han quedado en pelotas, desvestidos frente al sentido común y perspicacia de muchos que se abstuvieron y muchos que fueron abducidos por bonitas palabras y frases hueras. Algunos cambiarán su voto y otros votarán lo que no votaron.
No entren en pánico.