Ciertos fenómenos(*) asociados a determinado momento o, mejor, estación del año nos imprimen sensaciones físicas derivadas del lugar más que del hecho en sí, del propio fenómeno. En Galicia la lluvia de estrellas huele a leña húmeda, a hierba cortada, a horno de pan. Al caer del cielo, en Galicia las estrellas suenan como chirrido breve de un eje herrumbroso que arrastra un carro de tablones quebrados.
Es la noche de un verano más. La luna nueva que no llega hasta el amanecer permite ver caer las delta aquáridas del norte; como vimos caer abordo y en la proa las perseidas del estío de mil novecientos noventa y seis rayando la oscuridad del cielo.
Dicen que a la vejez silencio, que los más dicharacheros callan cuando el tiempo les echa encima la calma y la resignación, la espera y los recuerdos.
Entonces no era así; todavía habitábamos el ímpetu de la energía vital y la recuperación inmediata. Creyéndonos atlantes éramos minúsculos habitantes de un mínimo espacio bajo la inmensidad del cielo.
Entonces no era así, pero hubo silencio y calma en medio de la ría mirando al este, hacia la boca por donde entra la mar, la que lleva al antagónico sur, allá donde nos sometemos al palíndromo de la vida y los grandes ríos esconden sus orillas.
De entonces a hoy cumplimos veinte años y ahora agarras las estrellas y cabalgas en ellas transitando por este mismo cielo que nos vió mirarlo absortos, en silencio, cuando aún la vejez no asomaba en nuestros rostros.
Entonces no era así; todavía habitábamos el ímpetu de la energía vital y la recuperación inmediata. Creyéndonos atlantes éramos minúsculos habitantes de un mínimo espacio bajo la inmensidad del cielo.
Entonces no era así, pero hubo silencio y calma en medio de la ría mirando al este, hacia la boca por donde entra la mar, la que lleva al antagónico sur, allá donde nos sometemos al palíndromo de la vida y los grandes ríos esconden sus orillas.
De entonces a hoy cumplimos veinte años y ahora agarras las estrellas y cabalgas en ellas transitando por este mismo cielo que nos vió mirarlo absortos, en silencio, cuando aún la vejez no asomaba en nuestros rostros.
Será mañana por la noche cuando vuelva a mirar el caer de las estrellas. Aunque no pueda verlo.
(*) El calendario de lluvia de estrellas para 2016 indica que el próximo 2 de agosto a eso de las 03,00 h., habiendo poca o ninguna luna y si los cielos están despejados, es un momento idóneo para contemplar la caída de meteoritos en el hemisferio norte.
(*) El calendario de lluvia de estrellas para 2016 indica que el próximo 2 de agosto a eso de las 03,00 h., habiendo poca o ninguna luna y si los cielos están despejados, es un momento idóneo para contemplar la caída de meteoritos en el hemisferio norte.