En Portonovo, a 1 de octubre de 2016, estoy esperando el desarrollo de la derrota final del Psoe, que es una derrota de todos nosotros, especialmente de la generación inmediata posterior a la mía, de los que ya somos sexagenarios, los que nunca jamás en estado normal hemos votado socialismo salvo en momento delirante allá por el año '82.
¿Hacemos cuentas? Al Psoe y a Sánchez les da un saldo negativo, de 2010 para acá, abrumador: su representación -hagánme el favor de olvidarse de votos, porcentajes y demás vainas estadísticas- en las instituciones ha ido de menos a menos en lo local, lo autonómico y lo nacional sin excepción alguna, Andalucía incluida. Lo demás son soplapolleces.
Ayer Borrell, en TV 24H., dijo que es que a la tienda de Nike (Psoe) le han puesto al lado una de Adidas (Podemos) que antes no estaba. Es decir: 1) se ha sacado de la manga unos cuantos millones de votantes que han surgido de la nada, 2) ha reconocido como competencia directa Psoe y Potemos y, de paso, 3) ha concedido que su propio partido no sabe competir o en la competición ha salido perdedor ¡se trata de una de la eminencias del Psoe!
Como siempre hay un problema de identificación de valores. Cuando se llega a la política medrando entre facciones y por pura y mera ambición el resultado es la elección de mediocres: Zapatero y Sánchez a la cabeza.
El Psoe no detectó que el 15 M se les venía encima más que a cualquier otro partido o si lo detectó no se puso manos a la obra para corregir aquella ruina demagógica, manipuladora y escatólogica: no contrargumentó, no restituyó, no hizo crítica constructiva y contemporizó con extremismos y algaradas. Eso pasa factura.
Ciertamente un partido contrapunto de los valores liberal conservadores es necesario, estimulante, propiciador de reflexión y creador de riqueza. Seguro. Pero el material que construye esa situación que trae estabilidad, certidumbre y gran reputación externa no es la ambición, no es el desencuentro, no son las luchas intestinas. Es la razón, la colaboración entre las partes, la propuesta de planes de actuación, la honradez siempre y el referente de valores que promueven el beneficio y la mejora general y no la mera ascensión al poder.
Al Psoe se lo ha pasado por la piedra el progreso, los medios de comunicación bien utilizados -o manipulados- su falta de auténticos valores, la incapacidad de análisis de la realidad y la mediocridad de sus dirigentes. Que no se quejen.