Queridos Reyes Magos:
Por la presente voy a solicitar a
SSMM una retahíla de peticiones que serán merecedoras de su atención, seguro, y
más allá de su atención de alguna de sus concesiones. Más que seguro.
Para los de aquí, los más
próximos en la virtualidad, a todos mucha salud: a Cas y los suyos; a Soy que
está como una flor pero las ha pasado jodidas; a la madre de Reina; a todos
ellos de modo especial. A Dalma, a Majariega, a Torrefactor, a Silvia y Andrés,
a Mencey, a Pelea Pelé, a Sofía, a O’clock y Sebas, a otros cincuenta y tantos
habituales que me escriben o comentan y a mí mismo, a los mirones aquí y allá –este...
¿vos viste? ¿no es cierto?- salud, mucha salud, pero en plan estándar, o sea
transaminasas, colesterol, marcadores y tensión arterial correctas y ya. Por
favor, MM.
Para mis más queridos por la
sangre, por el condumio compartido, por la simple amistad o el amor, voy a
pedir reposo en el cansancio, visión ante el problema, tranquilidad frente al
infortunio y la dicha de transitar el año sonriendo.
Para mis más despreciados, para
los que van del no a la descalificación permanente, los que son incapaces de
romper el cascarón de su soberbia, que ignoran las probables buenas razones del
contrario, los arrogantes que esconden su miope autosuficiencia bajo una falsa
humildad, para ellos pido dos pellizcos en el alma y una patada en la nalga
izquierda para que les baje del pedestal a la realidad de nuestras miserias, a
la caries dental y la gastroenteritis recurrente.
Para España, un poco de
discernimiento, en los políticos sobre todo. Si de paso ustedes pueden hacer
que desaparezca la envidia y el resentimiento se lo agradeceríamos millones de
bípedos racionales o así, habitantes de este prodigio que ni valoramos ni
tratamos de comprender fuera o más allá de nuestros ombligos.
Para el planeta Tierra, puestos a
pedir pido la paz y la desaparición de la miseria, de manera especial de la
miseria que afecta a la infancia y que siega vidas o las sentencia al dolor y
la agonía permanentes.
Para mí, en plan asceta, nada de
nada que no sea bueno.
Pongo mi zapato bajo El Portal y
digo: Gaspar ¡creo en Ti!