17 de diciembre de 2018

+LSD -ADSL

A ciertos mensajes -"el medio es el mensaje"- hay que ponerlos en cuarentena tratando de explorar si el aforismo de McLuhan no sólo se cumple sino que añade valor. Suele ser: el medio, frío o caliente o sea tv o radio, un decir, condiciona, acciona y delimita o expande el mensaje. El medio acelera o ralentiza las neuronas y dispara la imaginación o amuerma los sentidos.

LSD y ADSL es parte del título de una ¿novela?(*) que no he leído y de la que solamente tengo referencias, todas coincidentes en que se trata de una primera obra meritoria. Las siglas y los acrónimos se llevan bien con los signos para formar ciertos juegos -más que de palabras- conceptuales; de modo especial cuando la propuesta enfrenta negativo con positivo o cuando sugiere una recompensa -como premio a mi ESO me subieron a un AVE- sin mayor pretensión que la propia del divertimento.

Del uso y abuso del LSD al uso y abuso del ADSL hay dos saltos generacionales además de un profundo precipicio tecnológico. Y hay, creo yo, unos efectos comunes de  modo que el consumo del LSD y del ADSL, producen distorsión de la realidad, de la temporalidad, de la percepción de la propia persona y de la conciencia. LSD y ADSL actuán como enteógenos en ciertos usuarios, no quiero decir adictos, que se trasladan en ambos casos a una virtualidad, una apariencia tan alejada de la verdad como de la autenticidad: se llama estado de alucinación o delirio.

Ese mensaje de la fotografía -que bien podría ser del mismo modo +ADSL -LSD- se soporta en un medio absolutamente inapropiado, en la columna donde comienza o termina la barandilla de unas escaleras urbanas que comunican la parte alta con la parte baja de una plaza: un lugar de encuentro. Los grafiteros de spray rojo y texto de caligrafía torpe y mayúsculas son aficionadillos del enguarre, exlusivamente. El pintamonas nos deja otra sigla "DRD"(**), peor tirada que las siguientes, con las letras más apretujadas; una delicia.

Así es como el medio -la columna, la propia caligrafía, el color rojo- nos sugiere y añade al mensaje la idea de guarrindongada mental y chapuza conceptual. Y algo más, la posibilidad de que el pintarrajeo se haya producido con la intención de enviar un recordatorio, tal vez un testimonio de presencia ahí, de un tal a un o una cual.

No pasa el mensaje del juego de palabras, por mucha intención que se le ponga y mucho intento descifrador que se le eche. En realidad no se decodifica mensaje alguno, no lo hay o, si acaso, el vacío mental del emisor. Exactamente lo mismo que ocurre después de un viaje en la dietilamida del ácido lisérgico, un juego al borde del abismo mental: nada o vacío. Cuídense de ellos.

(*) EL LARGO VIAJE DEL LSD AL ADSL, Anzoni Martín.
EDITORIAL Antonio Martín Alonso
COLECCIÓNGRANDES SOBRAS
(**)