1 de enero de 2019

Día Mascarón De Proa

Delante del mascarón san Telmo
Empezamos por el principio, en el extremo del mascarón de proa y terminaremos por el final, esperemos que relajada y satisfactoriamente asomados a la baranda en el espejo de popa, este... ¿no es sierto, pelotudos? contemplando un año más el océano de nuestras calma chichas, maretones, tormentas y empopadas. El principio: tengais feliz año; el final: llegueis con salud al término de la travesía y que el Señor os propicie vientos bonancibles y noches estrelladas. Amén. 

Es el día mascarón de proa del año y las intenciones -vos en tu intimidad, allá donde querés la chancha y los veinte- son el ingrediente básico de estas primeras horas. Más aún lo es el ánimo con que cada cual afronte su tiempo, el tiempo que nos viene. Todo lo demás recién, por fuerza ha sido muy convencional, vulgar y caprichoso, precisamente hortera (hay quien no puede con la realidad, cree ciegamente que lo suyo es diferente y original) aunque sin embargo es lo nuestro, por tanto lo querido, que no excusa la gilipollez de las campanadas, la soplapollez de las uvas y la bazofia de los matasuegras y los abrazos histéricos.

Mascarón Gravina, el de detrás
Seguramente esto que ahora voy a decir, mis queridos cochinones, sea políticamente incorrecto y parezca insensible al sufrimiento de tantos y tantos seres humanos. Pues no. Sería padre que lo entendierais en el sentido positivo en que trato de exponerlo:

Del hambre como principal conflicto de salud, hemos pasado a la obesidad como problema grave que, al contrario que la indigencia alimentaria, no se soluciona simplemente con dinero sino que trasciende a lo cultural, a la plaga social y a disparar los presupuestos por algo que, casi siempre, depende sobre todo de la voluntad del afectado. Del analfabetismo mayoritario hace siglo y medio se ha girado al alfabetismo mayoritario en todo el planeta y de la marginación de la mujer en todos los ámbitos -empezando por derechos- se ha virado, salvo en culturas casi todas de raíz islamista, a su reconocimiento absoluto e integración socioeconómica casi plena. Queda todavía muchísimo camino, aunque el último tramo de la evolución humana sea bien positivo. Hoy, el 60% de la población mundial habita en lo que podemos considerar sociedades democráticas; a principios del siglo pasado, era un escaso 35%. Cuando yo tenía 18 años, mi esperanza de vida era de unos 65..., hoy es de 82. Y hoy también se ha evidenciado, por la travesía del último siglo, algo muy básico y casi obvio por mucho que algunos marginales mentales -por las cadenas que veneran- no quieran aceptar y es que la libertad económica(*) es progreso. Todo lo que constatamos que se ha alcanzado es una humanidad ciertamente menos injusta, más abierta, mejor; incluidos riesgos de algunos avances que puedan hacer peligrar las libertades más elementales.

Evolución de la pobreza
Aunque lo progrecorrecto es el pesimismo y lo noticiable sea lo escabroso y lo injusto y lo perverso, yo izo el velamen de 2019 con toda la esperanza y la alegría y el convencimiento de que el ser humano va a seguir mejorando y dominará para bien la genética, la inteligencia artificial, toda la tecnología que discurre por el filo de la navaja, aunque hoy esos avances nos produzcan inquietud. 

Tenemos sobrados motivos para el agradecimiento y la alegría. Enfrentemos la travesía con optimismo y energía ¡rompéte el pecho, pibe! ¡movéte con fe en la humanidad y metéle garra! Lusirás en la foto agrasiado y fausto. Feliz año.