7 de enero de 2019

La Otra Orilla

En "la otra parte del mar de Galilea o de Tiberiades" (Juan 6, 1-15) Jesús repartió alegría, panes y peces, a los que estaban siguiéndole y también "en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba" (Mateo 3, 13-17) Jesús recibió el agua no como nosotros -que purifica, que redime- solamente para hacerse humano, siendo Dios e Hijo amado de Dios mismo y en quien su propia Voz paternal resumió: "me complazco". Es El Misterio. La otra orilla es El Misterio, la voluntad de Dios por mostrarse humano a los que solamente tratamos de serlo, fracaso tras fracaso, y para poder sujetarnos y soportarnos en una imagen, a una visión asequible a nuestra pobreza intelectual: Dios como nosotros. 

Es un ir y venir, no parar, para satisfacer la necesidad del conocimiento del otro lado y de los que no nos comparten, a los que no entendemos. La otra orilla es tránsito en nuestra vida y meta en nuestra muerte física. 

He pensado muchas veces en la otra parte, en la otra orilla y en la travesía imposible de rehacer por la deriva y el abatimiento. En las fuerzas necesarias para remar certeramente. Y he pensado muchas veces en el acierto o error de la elección de la nave en la que embarca uno: 

como la palabra dicha, el hecho realizado, y que finalmente te deposita en el naufragio o en una playa de luz e imposible aflicción. No como metáfora, como navegante de mi propio irrecuperable viaje. Te obliga la naturaleza, te obliga     

Texto del Evangelio (Jn 1,19-28): Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron adonde estaba él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?». El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo». Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?». El dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el profeta?». Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?». Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías». 

Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia». Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.


Texto del Evangelio (Mt 14,22-36): En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. 

Texto del Evangelio (Mt 4,12-17.23-25): En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaúm, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».