8 de febrero de 2019

Green Book: Dos Viajes.

Para mi hermano Santiago, esta carta de agradecimiento por tanto y por la recomendación de la peli, en el día de su cumpleaños.

“Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Mark Twain


Green Book es un desfile de imágenes estéticamente impecables -sean secuencias de paisajes, primeros planos de personas, de interiores de casas o coche, de habitaciones de hoteluchos, de restaurantes exquisitos o basura, de garitos- que transcurren sin estridencias acompañando un relato sin crujidos para narrar hechos reales perfectamente triviales. Dicho del tirón.

Dos vidas reales, fallecidas con pocos meses de diferencia en 2013, coinciden por el simple azar. Un virtuosísimo pianista de raza negra contrata un chofer y asistente de raza blanca para irse de gira por el racista Sur más sur de Estados Unidos de 1962, dos meses antes de Navidad. Dos vidas de extracción, cultura y trayectorias absolutamente distintas y sin embargo confluyentes en los mismos valores: la dignidad, la lealtad al compromiso y el coraje ante la injusticia. Hasta ahí puedo contar de lo que se proyecta en la gran pantalla.


Green Book es la narración del viaje de dos personas. Un viaje geográfico y un viaje interior. El viaje de un cascarrabias machote, asilvestrado, cariñoso y humano; el viaje de un hombre -"casi hombre", dice él- lleno de sensibilidad, sobrado de inteligencia y conocimiento, pero sobrepasado de soledad antes y después de acariciar las teclas de un piano. Blancas y negras, no casualmente en este relato. 

Con un ritmo impecable, este realizador, del que yo no había visto nada (ya me diréis..., con títulos como Dos tontos muy tontos o ¡Vaya par de idiotas!) Peter Farrelly da una lección de dirección de actores, de capacidad de explorar y explotar un guión y un argumento de tono menor, de llevar la anécdota a la categoría de aquellos asuntos -morales- que definen los valores de la persona: su capacidad de cambio y mejora, su sentido de la lealtad, de la amistad, de la tolerancia ante lo diferente.

Con ellos dos, de la mano de Farrelly ayer hice yo un viaje de dos horas, hermoso y distendido, lleno de guiños que me ratifican en las esencias del ser humano y que por ello -si uno se deja y no se empeña en lo nimio ni en lo soberbio- y por su diversidad y su grandeza te acerca a Dios. 

Finalmente, no me aguanto las ganas de destriparos el cierre: llegan a casa a tiempo de comer el pavo y, seguramente, alguien por Navidad escribió una carta a su hermano. Pero no consta.

"Tony Lip: ¿Sabes? Cuando llegues a casa, tal vez deberías escribirle una carta a tu hermano.
Dr. Shirley: Él sabe dónde estoy, si alguna vez quiere reconectarse.
Tony Lip: Sí... Yo no me quedaría esperando ¿Sabes...? El mundo está lleno de gente solitaria que teme dar el primer paso."