18 de junio de 2019

Poker Mentiroso

Dos campeones de la falsedad, la engañifa y la artimaña, ambiciosos sin escrúpulos, se va a reunir estos días para tratar de investir presidente de gobierno -no jefe de estado que es lo que en realidad ambos querrían- al más mentiroso de los dos, si cabe distinción en el grado del uso y abuso del fraude.

Históricamente, la situación es del todo excepcional y sus consecuencias, con o sin acuerdos, no cambiarán para nada la realidad de un mandato en precario, con votos insuficientes para que en el legislativo se pueda trabajar sacando adelante enmiendas, proyectos, nuevas leyes, etcétera. Es la calamidad de la partitocracia, la impotencia de las variopintas alternativas frente al bipartidismo. La partida se juega como en el póker mentiroso: yo voy de farol prometiendo lo que no cumpliré y tú debes acertar que la realidad es falsa y lo dicho o por hacer, ficticio. El que mejor miente, gana.

Sánchez es un fraude sobre dos patas con dos ojos incapaces de aguantar una mirada fija o una respuesta contundente. Pero, salvo en contadísimos momentos por parte de Rivera, nadie fue capaz de ejercer con esa energía en los debates pre electorales y el sujeto marchó de rositas o, tal vez, lo dejaron escapar. Recordad que no permitieron debatir a Vox. 

Sánchez es fraude como tesis doctoral. Fraude en el listón moral que impuso para ejercer como ministro de su desgobierno. Fraude en el propio debate cuando exhibió un documento enviado por un ciudadano al Portal de Transparencia haciéndolo pasar por un documento oficial de la Junta de Andalucía: una infamia burda pero que, por el momento, coló. Más fraudes en el propio debate, atribuyéndose el paso de 190.000 contratos temporales a fijos cuando, en el mejor de los casos, fueron 61.445. Pero fraude mucho antes "Ni antes ni después pactaremos con el populismo, el final del populismo es la Venezuela de Chavez" y los votos del populismo, pactando, le llevaron a La Moncloa moción de por medio. Y mucho antes de antes, con su aire prepotente y superior del farolero y con torería a propósito de los defraudadores fiscales:https://twitter.com/reinasonia/status/1108420913823997952, porque lo suyo es mentir como respira, valorar como sedición lo que calificó como rebelión:https://twitter.com/i/status/1108421995388129280, antes de necesitar el voto espurio de los golpistas catalanes. 

Del otro pájaro(*), Iglesias, tan lleno de falsedades e incoherencias que él mismo, desde Galapagar Palace, es incapaz de sujetar a sus colegas -huidos por causa de la vergüenza ajena más absoluta- solamente hay que recordar a dos mujeres, Tania y Bescansa. Una y otra apostaron por él y, para situarnos,  detrás de una y otra al final sólo han quedado rastros del paso de la ignominia de un supuesto hombre frente a una mujer: sin razones políticas ni de partido, en razón de su soberbia y vanidad. Es lo que ocurre a algunas chicas cuando se fijan en el chulo del barrio, que confunden labia con integridad, actitud cabal con engatusamiento.

Ahora, para ser investido, Sánchez necesita -mejor que los de otros- el voto de Iglesias. Iglesias, ante el descalabro monumental que ha sufrido en las Generales, necesita poder, necesita visibilidad, notoriedad y -como siempre, para manipularlos- medios de comunicación afines o rastreros. Y los marxistas, ya se sabe, se juntan para alcanzar el poder y una vez allí instalados se asesinan delicadamente. Habrá sangre, antes o después. 

Alguna vez, de jovencillo, jugué al poker mentiroso; me pareció aburrido, seguramente porque el factor azar, la suerte, desaparece en el momento en que queda en tus manos transformar la realidad para que lo que verdaderamente tienes pase por lo que verdaderamente careces. No es lo mismo que en el otro poker. En el otro poker lo que llevas es lo que te hace ganar o perder, lo que la suerte te da es lo que triunfa o fracasa y es con eso, exclusivamente, con lo que puedes ir de farol o quedarte en pelotas delante del adversario que supo envidar y supo mirar. 

En el encuentro de Sánchez e Iglesias el fin es mentirse, mejorar la jugada del otro permanentemente, hacer creer que lo improbable es lo posible y lo factible irrealizable. Sólo al final y en manos de otros se mostrará la realidad, las cartas o los dados que nos llevarán a la perdición o la miseria.

Cuando la mirada habla