30 de junio de 2017

Inimitables Gallegos

Tal vez porque nací el primer día, junio sea mi mes preferido. Nadie olvida el día 1, el primer día, el día en que nada ocupa la memoria y  todo está por venir. Y hoy termina este junio bien hermoso, un año más al almacén de despropósitos y aciertos.

Embebido en el ocaso de la primavera he comprendido la razón por la que cuando un gallego ¡por fin! quiere tu amistad, te invita un domingo a la aldea con toda su familia y abre de par en par las puertas de su casa en vez de insinuarte una cena a escote en un restaurante neutral y acomodado. También por qué los gallegos te animan cuando decides irte al fin del mundo en vez de aspaventarse y, encima y además, te ponen en contacto con otro gallego que anda por allá y sabe de las cosas. Y sobre todo, he comprendido la razón por la que especialmente ellas utilizan la terminación "iño", riquiñas que te son -no todas- y por qué malo será que no llueva en tres o cuatro días y de ahí que tengan tantos ríos fronterizos, interiores, propios y compartidos. Son inimitables.

Después del Sil, del Miño, del Eume ¡mi má, qué río! y del Ulla, del Belelle y sus fervenzas y tantos otros ríos, mis hermanos Nuria y Santiago se empeñaron en compartir con nosotros el descubrimiento del río Barosa y sus brincos de agua y sus chorreras. Fue una jornada inolvidable porque, una vez más, si te atreves a ir en vez de quedarte pasmao, la vida y los hombres que transcurrieron por ella suelen sorprenderte y enseñarte. 


En el Parque del Río Barosa hay naturaleza a lo salvaje y aguas bravas, sabor a trazas de madera y yerba entre ocres, verdes, amarillos anaranjados y azules pálidos. Galicia interior. Es un parque precioso, una joya de la naturaleza, relativamente bien cuidado y donde seguramente algún escolar con asignaturas pendientes para septiembre tiró una botella de plástico, y allí permanece, en medio del curso del río. Evaluación suspendida, pendiente de recuperación.

Y allí no falla la memoria, sin necesidad de que ocurriera en día 1, tan memorable, unos hombres que hicieron vida dando las suyas son recordados en modestísima placa, sobriamente, situada también sobre sencilla fachada o pared, para que su hombrada, su machada, no se diluya en las aguas revueltas del Barosa. Todos, al parecer, eran gallegos, todos inimitablemente heróicos.

Placa en memoria de los héroes gallegos enaltecidos por Lord Wellington.
"Españoles: dedicaos todos a imitar a los inimitables gallegos".
Es la muestra de reciedumbre de esos hombres también despectivamente llamados"gallegos" -como sinónimo de tontaina o retrasado- por los más ignorantes de tantos rincones del mundo hispano. Y ¿saben por qué? Porque la diferencia y la genialidad siempre sorprenden, siempre son inimitables y los necios se conjuran frente a ellas.

Feliz verano 2017.






12 de junio de 2017

Nacionabismo

Si no cuento mal, que puede darse, tengo una docena de sobrinos carnales nacidos en Cataluña y al parecer ninguno de ellos "culé" -ese palabro que suena hasta mal- o sea seguidor o fanático del Fútbol Club Barcelona, que así se llama, pudiéndose llamar, más a la pata la llana, Club de Fútbol Barcelona y dejarse de homenajear anglicismos gilipollescos a falta del retrúecano en catalán. Lo de los sobrinos lo digo por aquellos que vayan a señalarme como xenófobo e ignorante y añado que los catalanes que yo conozco -muchos y variopintos- y las experiencias que he tenido con ellos son de carácter cosmopolíta, de visión universalista, generalmente viajados y leídos. Gente razonable. 

Hoy, por culpa de la ambición desmedida de políticos populistas, Cataluña se ha plantado a un milímetro del abismo por las acciones y comportamientos sucesivamente canallas de sus dirigentes. La situación creada tiene un nombre: nacionabismo. De abismo y nación, aunque también de necio como nabo.

A esa posición, punto al que una mayoría de catalanes no querían llegar, se accede no tanto por inconsciencia como por el discurso hartero que trata de tapar las propias carencias de esos dirigentes y la verdadera situación de quiebra de esa autonomía. Quiebra moral, por corrupción de instituciones de la propia Generalidad, de sus líderes nacionalistas, sus familias enteras y algunas de sus entidades culturales y empresas; quiebra económica, expresada en las permanentes ayudas -más de 50.000 millones de euros en los cuatro últimos años- recibidas gracias a la aportación del resto de españoles y que han evitado el impago de servicios públicos; quiebra social, con dos -tal vez tres- cataluñas enfrentadas e incapaces de gestionar -por exceso o por defecto- su propio catalanismo en la urnas. 

El nacionabismo catalán tiene características propias, unas que provienen de antaño y otras recién incorporadas, pero la principal de todas ellas es ¡cómo no! la manipulación del discurso, el eufemismo por la palabra cabal. Aquí van unos ejemplos: no diga referéndum unilateral, diga "derecho a decidir"; no diga democracia, diga "imposición vinculante"; no diga de provincias o de pueblo o de campo si se refiere a algo fuera de Barcelona, diga "territori". No diga independentista, diga "patriota"

Por el lado de la realidad, los hechos se muestran tan contundentes como tozudos. Invitan a votar un "proceso constituyente" (segundo 9-N, al que acudieron a las urnas el 25% de los convocados) para que no más del 48% con una abstención del 70% diga que sí a unos "pactos" acordados exclusivamente con el separatismo, para unos "acuerdos políticos" en ausencia de los partidos no independentistas y con el fin de celebrar unas "elecciones constituyentes" que afrentan a la Constitución de todos los españoles. 

Todo eso porque, en definitiva, lo que subyace es la idea tremenda de "pueblo elegido", de "clase elegida", "de raza elegida". Es decir, lo peor del marxismo y del nazismo. 

 Ayer oí, casi ni le escuché, a Pep Guardiola convocar "a todos los demócratas del mundo" en apoyo de unos pocos catalanes que se sienten, dice el farsante, presos de "los abusos de un estado autoritario". 

Guardiola, tío, que esto es Jauja, que aquí incoherentes y sinvergüenzas como tú campan a sus anchas. Dí lo mismo en USA, donde paseaste tus reales, o en Alemania donde tus expectativas fracasaron radicalmente, y verás la que te cae. Jauja pero sin piñones, ni rica leche ni miel: porque tú y otros como tú llevais a la ruina a vuestro pueblo y pretendeis arrastrar a los demás.












    16 de mayo de 2017

    Amor y Literatura

    Queridísima:

    Escuchaba semanas atrás unas declaraciones de Mario Vargas Llosa(*) a Bieito Rubido, ese cedeirés brillante y diáfano, en las que el Nobel exponía la idea o concepto o condición que dió en llamar "amor pasión". Ya sabes, está encoñado(**) ... con la Preysler, que no sé qué les da; que le dure. Creo que a sus 80 años la relación aguantará, mediando dormitorios individuales que es lo suyo, dadas las experiencias matrimoniales y condiciones físicas y morales del uno y la otra.

    Vargas Llosa peroraba de amor, de los muchos que reconocemos (los griegos: eros, storgé, philia y ágape) de un tipo de amor concreto que se corresponde con la pulsión de la primera etapa de atracción entre una pareja y, ya digo, lo denominó "amor pasión". 

    Se refería, en todo caso, a un primer tiempo -luego viene el segundo y si acaso las prórrogas- o arrancada de la relación, aquel en que todo se idealiza, donde las ilusiones hacen temblar el despertar de cada día y acarician el primer sueño por las noches. Ese tiempo en que dos al verse, dos al tocarse, dos al abrazarse, liberan feniletilaminas a chorros. Esa etapa es muy excepcional, y corta, en la vida y algunos -para todo hay grados- jamás la han sentido así; otros, como el mismo Vargas Llosa, lo han disfrutado, incluso padecido, varias veces en sus vidas. 

    Si se consolida la relación, mengua la pasión al mismo tiempo que se incrementan los cariños y afectos, la sensualidad hacia el otro, la empatía, la lealtad y las complicidades. Eso no lo decía el escritor, porque frenó en seco cuando iba directo a meterse en la portada del ¡Hola! mientras un rictus de emoción ¿feliz? marcaba su rostro. Lo pensé yo en la duda razonable de si ese estado posterior de amor complaciente y sereno, lo habrá vivido él. Tal vez entre bambalinas le escuchaba la otra parte, la culpable de ese baño de endorfinas en el que chapotea y nada ahora mismo don Mario.

    Me hizo reflexionar a propósito de estos treinta años, sin matriexit, que hoy cumplimos tú yo, queridísima, años que ya hace tiempo navegan por el amor storgé, el que se cultiva a lo largo del tiempo, que genera complicidad, sentimiento protector y lealtad. Como dos barcos en idéntico rumbo y en escolta recíproca pero libres para alcanzarse o demorarse uno al otro ¿cómo llamarlo distinto de la denominación griega? Ya está: amor.

    Hoy, que ni siquiera se apuesta por cierto compromiso y que va bien mientras va bien y si no va bien se corta, resulta complicado explicar por qué arreciando las tormentas o en las largas calmachichas, se permanece tantos decenios no mediando ni el interés material ni las apariencias sociales y cuando se ha vaciado o está en la reserva ese "amor pasión" y sus requerimientos frenéticos. Sin duda el principio activo que lo mantiene es el amor, otro tipo de amor ¿o vale confundir pasión con amor o llamarlo amor cuando queremos decir sexo? Los quereres también valen y dan vida a las vidas, pero el querer ocupa una estancia distinta de la que habita el amor. El querer viene siendo aquí y ahora, es más literatura y propósito que realidad y hecho. El amor es obra y desinterés.  

    Es en el amor donde dos permanecen en vigilia o imaginaria, preparados para cuando al otro haya que ayudarle a cruzar la calle. Sabedores de que, finalmente, lo más probable es que se queden el uno frente al otro contemplándose más allá de las diferencias, más allá de saber esperar y perdonar. De no ser así, de no haber ese pacto ímplicito, creo que ni se entiende ni se debe apostar por la permanencia de la relación. A ese estado, no sé si por desgracia pero en cualquier caso no por suerte, no ha podido llegar Vargas Llosa, aunque tal vez ahora y por fin esté transitando hacia ello. Los intentos se quedaron en medio o al final del camino, que es donde retomó -ahí sí, afortunadamente- la etapa del amor pasión. Dirán que impropia de esas edades, pero yo no lo creo.

    Del amor tengo claro que hay una parte que ni nos corresponde gestionar ni nos obliga a nada ni nos interesa: es el destino y la suerte, para algunos, o la Divina Providencia para otros. En mi caso, sin duda; no he sido capaz de proveerme a mí mismo emocionalmente ni un sólo minuto de mi vida. Debe ser muy cansino y esforzado soportar a un tipo así; gracias. Si a la suma de treinta años le restamos los frenéticos, los silenciosos o los distantes, el resultado final, en realidad son casi treinta y tres años de amor por inverosimil que parezca. Pero así fue hasta hoy mismo, porque las piezas solamente encajan cuando dos lo pretenden y cada uno insiste en el bienestar y la felicidad del otro, incluso en la cercanía de la distancia, cuando nos alejamos permaneciendo.

    Me hizo reflexionar, regresar a aquello de la inteligencia emocional. Ahí he adquirido a tu lado una enorme experiencia. Y, analizando el discurso, va a resultar que en Vargas Llosa, un consumado seductor, experto en el lenguaje de la pasión y las travesuras de las niñas malas, es todo muy literario y enriquecedor pero con cierta carencia: porque el verdadero delirio, el orgasmo, consiste en que el otro se lo pase bien y se ría gracias a uno y, de ser posible, hasta el más allá de acá. Y saber que hay que insistir en ello. Felicidades. Te amo. 



    (*)
    http://www.abc.es/cultura/libros/abci-vargas-llosa-mas-hermoso-vida-amor-y-literatura-201703222218_noticia.html

    (**) 
    RAE
    encoñarse
    De en- y coño.
    2. prnl. malson. Encapricharse con algo. Se encoñó con la moto y no paró hasta que la compró.









    10 de abril de 2017

    «¿Por Qué No Se Ha Vendido Este Perfume Para Darlo A Los Pobres?»

    Al final de su infancia o principios de su primera adolescencia, una tarde de crudo invierno vallisoletano, sentado frente a él, en su despacho, tratando de diferenciar valor de precio, tratando tal vez de separar lo dispar de lo coincidente, en relación consigo mismo y sus flaquezas, Elías miró paternalmente al todavía niño y le hizo comprender aquello que después quedó en él para siempre: aplicar toda su capacidad de discernimiento cuando tuviera el ánimo abatido y la noche oscura le acechara. Para hacer posible mantenerse en la fe y en los valores. 

    No trataba de enseñarle la aplicación del sentido común, del juicio razonable sobre hechos o comportamientos. Quería trasladarle la necesidad de ejercitar el pensamiento, el juicio personal, un poco más allá, en el terreno siempre lleno de circunstancias atenuentes o agravantes. Y algo tan incomprensible, tan inhumano, tan heroico, como el perdón y la misericordia empezando por uno mismo. Quería enseñar al niño cómo pasar de lo aparente a lo real o auténtico, de la forma al fondo.

    Indistintamente de la intención, juzgamos muy a menudo con frivolidad los comportamientos ajenos, salvamos los nuestros y continuamos a bingo más anchos que largos. Habitamos un lugar demasiado confortable para nosotros mismos, un lugar, en la misma medida, exigente e incómodo para los demás. 

    ¿Cómo delante del acto de amor de perfumar unos pies (*) se puede cuestionar su bondad? ¿tal vez desde el odio a nuestros propios actos, al animal soberbio y envidioso que llevamos dentro? 

    Es Lunes Santo. Miro por la ventana y al fondo el paisaje se corona de montañas soberbias de naturaleza, arbolado. Tan distinto de aquel otro paisaje mesetario, romo, que había que llenar de fantasía e ilusiones, ejercicio que hoy me permite disfrutar la herencia de disgregar apariencias. Y discernir entre amor y fingimiento. 


    (*) Jn 12,1-11:
    Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?». Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis».




     


    18 de marzo de 2017

    El Olor De La Ignominia

    La mañana del solsticio de verano de 1993 bajaba yo, tempraneramente, en sentido norte sur, la calle Príncipe de Vergara -antes, General Mola- de Madrid, a la búsqueda de aparcamiento lo más próximo posible con la esquina  de López de Hoyos. Tenía una reunión en esa misma calle, en una institución corporativa de entidades aseguradoras para el patrocinio de unas actividades docentes. Era un día espléndido en el que había amanecido rodeado del cantar y el pío-pío de pajarillos, una madrugada prodigiosa. 


    Nunca llegué y no pudo ser. A la altura del Auditorio Nacional de Música, parado en el semáforo de la boca de Metro Cruz del Rayo, con la ventanilla del coche medio bajada porque todavía era fumador, pude escuchar un sonido potentísimo y seco. Inmediatamente, un silencio atroz. Supe que algo había ocurrido y recuerdo perfectamente, de coche a coche, el cruce de miradas entre un señor y yo y la lentitud con que avanzamos cuando se puso el semáforo en verde. 

    Cuando alcanzamos la misma esquina con López de Hoyos, había tres autobuses parados, uno de ellos bloqueando el acceso a la propia calle, bastantes coches con los conductores pie a tierra y las puertas abiertas y un olor indescriptible, un olor que parte el alma, un olor tremendamente agrio, ácido, que abrasaba nuestras gargantas y fosas nasales. Era el olor de la masacre de siete asesinatos de Eta en un atentado que, además, hirió gravísimamente a tres niños. 


    Hoy leo que la banda asesina se desarma. Un insulto a la inteligencia de cualquier persona normal. A la banda asesina la desarmaron los españoles de bien y sucesivos gobiernos que algo debieron hacer acertadamente para que cesaran los asesinatos y las ratas acabaran saliendo de sus escondrijos. Casi todo lo que queda de esa mafia terrorista y asesina está en prisión, desgraciadamente no para siempre. 

    Con este comunicado absurdo con el que se han despachado, en la antevíspera del solsticio de primavera de 2017, veintitrés años y nueve meses después de aquel horror, solamente hacen pura propaganda cara a presos asesinos, puro oportunismo. 

    A algunos como yo han vuelto a removernos, todavía hoy, el dolor que nos causó; a recordarnos el olor de la ignominia, aspirado con las lágrimas más agrias mientras escuchábamos desde aquella esquina el silencio de la impotencia y las sirenas lejanas acercándose. 

    Por mí, que se pudran en las cárceles hasta el final de los tiempos.



    17 de marzo de 2017

    Hornografías

    Hoy me pide el cuerpo escribir (grafos) sobre los calores (fornax) que me provoca el panorama sociopolítico y algunos de sus protagonistas. Empiezo por esas (ilustrísimas) señorías, pareja, que abrasa el Congreso desde sus escaños de diputados. 

    Devenidos en casta por mor de las urnas, la ilustre señoría Montero (soy machista, las mujeres primero) y el ilustre diputado Iglesias nos deleitan con el apasionamiento indisimulable que emiten desde las banquetas de sus asientos. Aquello arde y cuando pasa por delante de ellos dos la ilustrísima señoría Tania Sánchez, aquello explota. Es evidente, veánlo en la foto aquí al lado. 

    No son feos ni horrendos -ella es muy ramploncilla- ni repugnantes -él tiene una dentadura especialmente repulsiva- ni guapos o físicamente atractivos, pero se desean, probablemente se aman, y posiblemente habiten en estos momentos, todavía, la cresta de la pasión. De él se dice que es azotador (Mariló, también Montero, le provoca deseos de azotamiento hasta sangrar) pero lo que se evidencia es lo muchísimo que le ponen las señoras apellidadas Montero.  

    Contemplarlos ahí sentados, ambas miradas, sabedores de que la emoción suele traicionar el gesto para la galería y evidenciar la pasión del momento, la realidad animal, me sugieren el fornix. Por proximidad semántica, aunque no conviene equivocar las raíces, que el fornax del que hablo suele ser efecto, también causa, del fornix principio y fin de todas las cosas. Los veo y está ella, en el mismísimo escaño, encima de él, en espagat, con los isquiotibiales a punto de reventar, en plan te como enterito. Y él, como transido, dejándose absorber labios y piños mientras el hemiciclo arranca en aplauso cerrado, sin distinción ideológica alguna, celebrando el amor libre, solidario, igualitario. Sin embargo mi visión es un sueño de madrugada. La acción transcurre también de madrugada y los escaños están vacíos y entra de pronto un vozarrón que grita ¡todo el mundo al suelo! y me despierto y el morbo desaparece. 

    Hay otra visión, menos onírica pero igualmente cierta, de la hornografía española que, recientemente, también me ha sacudido. Es aquello que cuentan del emérito y la circense Bárbara Rey. Por no desmentidos radicalmente, considero ciertos los hechos, ahora oportunamente revelados o al menos los grandes brochazos de lo relatado. Lo de la cazadora Corinna aparentó tener aspectos de romance o amistad con una pátina de restriegue multinacional y aristocrático, que bien podría disculpar la flaqueza real. Propagar ahora esto de  la domadora ¿será maniobra de distracción para tapar y disimular otras hornografías? Más que probablemente y sabedores de que con el fornicio y el fútbol se distrae al español medio sin mayores esfuerzos ni consecuencias. Y tienen razón y ¡viva el vino!

    Este panorama hornográfico culmina con los dineros y no podía ser de otro modo. Todo y todos embadurnados. De los dineros de Irán y Venezuela a los dineros de Urdanga y Pujol con parada y fonda en los dineros robados a andaluces, y resto de españoles, mediando partidos y sindicatos y los trasiegos de Bárcenas o Granados más a beneficio propio que a cuenta de la prebenda política. El recuento más reciente dice que unos 400 bancarios/banqueros están imputados en distintos procesos judiciales. 

    Tanto calor me tiene muy quemado.   




    9 de marzo de 2017

    Embassy o Los Besos Cruasán

    Ahora cierran Embassy en Castellana esquina con Ayala, en el foro: es como cerrar el Palace, Lardy o la chocolatería San Ginés. Dice la empresa que se trata solamente de ese local, que no afecta a otros tres o cuatro que tienen en plena actividad también por la Comunidad de Madrid, que no hay problema económico global sino de rendimiento de esa tienda, precisamente. Me afecta emocionalmente para bien y para mal.

    Para mal porque la noticia me llega cuando yo -hace años- no vivo en Madrid y, además de transitar la Cuaresma, el momento no me es propicio para una última visita, una despedida que tenía pendiente yo conmigo mismo. Para bien porque sube el ánimo constatar que no es solamente uno el que va cerrando -ilusiones, ritos y costumbres, incertidumbres y realidades- recintos propios, locales antaño productivos, sino que también otros mucho más hábiles, pero más vetustos, alcanzan sus pitopausias parciales y acaban dando por finiquitar su principal, y más reconfortante, actividad. Para bien, igualmente, por los besos dados y recibidos y, déjenme un momento, ahora les explico.

    Desde septiembre de 1978 hasta noviembre de 1979 trabajé en TBWA, en el ático ubicado  en Castellana 12, justamente el mismo edificio donde en el bajo -haciendo esquina con Ayala- todavía hoy permanece abierto ese local de Embassy. A través del patio interior, ascendían permanentemente los aromas a cruasán y bollería que se colaban en mi despacho y en prácticamente toda la oficina, de modo que los humanos allí laboralmente residentes padecíamos de contínua y severa insalivación, sin solución de continuidad de lunes a viernes.

    En esas circunstancias y en ese tipo de trabajo, por decir sin señalar, tan liberal y con todos o casi todos alrededor de la treintena, el efecto que nos producía el insalivamiento se dejaba notar especialmente entre aquellos que mantenían lío, en sus besamientos e intercambio de fluidos. Yo mantuve un corto romance, o tal vez lo mantuvieron conmigo, con besos que sabían a cruasán en casi todas las ocasiones, a veces a bollo suizo y esporádicamente a tarta de manzana. Eran besos sabrosones.

    Exactamente treinta años después trabajé para una sociedad aseguradora, o eso decían, en La Florida, una urbanización situada en Aravaca que también tiene una tienda Embassy y un comedor para no más de quince comensales al que solíamos acudir a degustar el menú. Allí no producían repostería pero yo, llegando o simplemente acordando con otros que comeríamos en ese Embassy, empezaba a insalivar e insalivar e insalivar de nuevo, como efecto Pavlov, respuesta de un estímulo que recibía, no de mi cerebro sino de la nostalgía, de la evocación que provocaba un simple logotipo, una tipografía peculiar pintada en verde. Y el paso del tiempo.

    Los de Embassy deberían envasar el aroma de su obrador y venderlo en frasquitos, para aspirar justo antes de empezar a besarse. 





    2 de marzo de 2017

    Los Niños Tienen Pene, Las Niñas Tienen Vulva.


    Ahí os dejo una secuencia de aquel desbarre titulado "La Vida de Brian", con tantas lecturas posibles como carcajadas nos despertó a los que entonces, cuando la Transición -lo de Suárez, Carrillo y el Rey Emérito- estábamos más p'allá que p'acá: me refiero a Tierno y sus bandos que obligaban, casi como decretos ley, al coloque, la fornicación y el desparrame.

    Yo no quiero ser mujer y de lo de Hazte Oir me quedo con la intención, con su realismo y su afán de contestación ¡Viva la libertad de expresión! 


    Los derechos, véase la infamia de la reinona esa nombrada en el carnaval de Las Palmas haciendo mofa e insulto de los cristianos, los tienen la progrez y el resentimiento: derecho a su libertad de expresión, derecho a sus referendums inquisitoriales, derecho a sus "matrimonios" aberrantes, derecho a sus manejos nepotistas y manipulación del ciudadano.


    La norma, no la excepción, la naturaleza, no la enfermedad o la perversión, dictan que los niños/hombres tienen pene y las niñas/mujeres tienen vulva. Lo demás, incluido fiscal e incluida Cifuentes, son ganas de igualar/identificar lo marginal con lo sustancial, lo exquisito con lo repulsivo por humano que sea el sujeto, que no sus actos.

    Y a quien le guste ¡que le den! Por donde guste.



    28 de febrero de 2017

    ¡Oh!

    Para mi querida sobrina Nuria. 


    Al milagro del milagro se sucede el milagro. Cada vez que nace un humanito en mis cercanías, me da una sacudida por los adentros que me deja entre atónito y embobado.

    El pasmo se debe, básicamente, a la contemplación de la criatura, tan fragil y tan cosita, tan bien hechos con esas uñitas de cristal que aparecen hasta en los meñiques, las patolillas inconsistentes y los ojos cerrados. El embobamiento son ellas, el misterio que para los hombres, para mi ignorancia y falta de figuración en este caso, supone la gestación y el alumbramiento. 

    Yo las tengo más bien caladas, pero en la reproducción y su milagro me pierdo. Las conozco algo, más por una cuestión de edad y de repetición del suceso: cuatro hijos, veintiún sobrinos carnales, de sobrinos nietos unas cuantas paladas y ya de otros políticos, amistosos o simplemente conocidos no quiero, ni sería capaz de, contar la cantidad de vidas que he seguido, más o menos, en su desarrollo biológico. 

    Las tengo caladas, dentro de un orden, y entrando en la cincuentena supe por qué nos resultan tan increíblemente íntimas y tan desgarradoramente extrañas: ellas conocen el secreto de la vida, nosotros no. Ellas saben que en la misma manzana del mismo barrio donde están las herramientas para producir el milagro se encuentran, de forma natural, los excretores de desechos, los restos de la supervivencia. Y lo tienen en cuenta cada minuto de nuestras vidas. Nosotros, no. Vamos más de suficientes. 

    Todo son periodos de 28 días, pero no exactamente y hasta la luna -ella, tan femenina, no como el sol, él tan arrogante- nos trae y nos lleva por los claroscuros de los biorritmos. Hoy día 28, señaladamente, en este febrerillo loco, ha nacido mi sobrino Santiago que -no lo duden- va a ser un gran chaval, un gran hombre y un poseso del Real Madrid, un tipo que seguramente verá cómo se gana la vigésima. Un milagro. Enhorabuena. 

    ¡Oh!

    21 de febrero de 2017

    De la Mujer Florero y El Hombre Floreado


    Estos días se larga mucho de un concepto redivivo: la mujer florero. Gracias a Cristina Borbón y su posición en el juicio del caso Noos, por las mangancias de su marido Urdangarín y otros varios, la mujer florero ¡ahí es nada!  denominación de origen. Se debe a la actitud que mantienen ciertas damas ilustres (señoras de Bárcenas, Mato, Torres y otras) no siempre ilustradas, selectas en cualquier caso, en los enjuiciamientos de sus maridos: confiaban ciegamente en sus parejas, no sabían que se pudiera estar cometiendo falta o delito, de ninguna manera sospecharon jamás nada irregular. 

    Se conoce que no hablan o tienen parejas o matrimonios mudos y sordos. Hay algún caso paradigmático. Un suponer: bajo un día al garaje de mi casa y me topo con un espléndido vehículo, un Jaguar. Y no pregunto ni me intereso por su origen, ni por el pago del mismo, ni por el duplicado de las llaves. El cochazo está ahí y basta.


    En la defensa, uno hace bien en el uso y abuso de argumentos y artimañas hasta hacerse el tonto muy retonto o el perfectísimamente idiota. La mujer florero arrasa como argumento. Como imagen, ciertamente enfocada en un perfil de pareja de corrupto o corruptor o corrompido, tiene también otras connotaciones de las que escapa el hombre: la mujer exclusivamente dedicada a la familia y al hogar denota para algunos, también, la mujer florero.  Una imagen, por supuesto, denostada por el feminismo radical y por la progrez redentora.

    La mujer ama de casa es una profesional que además acaba proyectando, en muchas ocasiones, su trayectoria hasta la sublime abuela ama de casa encargada -a tiempo parcial pero prácticamente imprescindible-  de nietecillos y otros incordios y gestiones familiares. No se jubila o lo hace muy tarde. 

    Hay estudios sobre -no el valor, que no se me alcanza- el coste o desembolso necesario para remunerar ese desempeño. Siempre muy por encima del salario medio: unos 1.750 euros mensuales según calculan expertos que pueden repartirse en limpieza y mantenimiento, 504 euros; planchar y coser, 270 euros; cuidado niños,  400 euros; gestión compras y cocinar: 426 euros; otros, 150 euros. Para ser floreros, son jarrones chinos de la dinastía Ming auténticos. Ya digo: el hombre florero no existe. Eso, si repara en ello el colectivo femen, es para una protesta de esas de tetas al aire y escritos sobre el pecho.

    Más que los floreros femeninos encuentro hombres floreados, auténticos parásitos sociales que pasan su vida en la mamandurria de la política (7 políticos ejercientes por cada política) algunos con más de ¡20 años! de bancada y eso que hoy, en esta legislatura, el Congreso tiene la más alta representación femenina, 39,4% -138 mujeres del total de 350 diputados- lo que viene a disminuir, supongo, el porcentaje de floreados. Además, el perfil del funcionario, en general, se me asocia perfectamente con el florero. De la parte privada, empresas, fundaciones, entidades deportivas o culturales, ya me excusáis que os comente de ello porque varones floreados abundan y resisten sin el más mínimo mérito personal o laboral. 

    Existe el hombre florero, creo yo que en cantidad superior a las mujeres florero. Para distinguir una tipología de otra y mantener la diferencia por sexo propongo llamarlo floreado, por imagen: cerca del desprecio, del débil  gandul holgazán y muy lejos de la recia ama de casa.  

    10 de febrero de 2017

    No Es Por Nada

    En nuestro maravilloso idioma tenemos frases hechas que son contradictorias, frases hechas incoherentes, frases hechas redundantes como, por ejemplo, “No es por nada”. Tal vez mejor, escrito “no es por nada…” seguido de puntos suspensivos, cuando se quiere decir que aquello por lo que se pregunta o de lo que se requiere información sucede sin ninguna importancia, nada por lo que preocuparse. O cuando se quiere justificar y se antepone, curándose en salud, a algo de lo que –tal vez sí, tal vez no- se quiere aliviar de importancia o restar trascendencia. La frase también es un comodín de la mentira, incluso piadosa, como un "no pasa nada" cuando en realidad está ocurriendo y ¡de qué manera! algo que achica y sobrecoge y deprime a quien dice ese "no pasa nada". Y puede ser tan excepcional lo que ocurre, tan milagroso por inesperado, que sólo cabe esa expresión para tratar de desdramatizar el hecho. 


    El otro día mi amiga María nos giró esa expresión “No es por nada”,  a modo de titular, en un correo enviado a unos cuantos que echábamos de menos a una tercera persona, desaparecida de un foro durante unas semanas entre la bruma de la incertidumbre hibernal. María es muy sociable, muy amigable y consiguió comunicar con la desaparición. Nos tranquilizó: No es por nada fue la frase que puso en el campo de "Asunto" del correo y así resumía perfectamente la situación y tranquilizaba la inquietud de alguno que extrañaba su ausencia.

    La alternativa podría haber sido “Es por nada”(*), “No pasa nada”, “Está bien”, “Pasa que pasa”, en fin muchos otros titulares, pero María fue sobria, directa y expresiva y con esa contundencia tranquilizó a quien estuviera inquieto o desasosegado.

    En español existe una estructura semántica muy particular, especial, de negación; combina el adverbio no con otros elementos que tienen también sentido negativo. Nunca, jamás, tampoco, ninguno, nadie, nada, la locución en la/mi/tu/su y los grupos que contienen la palabra ni aparecen siempre en oraciones de sentido negativo. Si estos elementos van antepuestos al verbo, no se acompaña del adverbio de negación no: nunca voy a navegar; jamás te odiaré; nadie lo sabrá; ni tu marido lo perdonaría,  etc., como ejemplos simples. Pero si estos sintagmas adverbiales o proposicionales van detrás del verbo hay que forzar la redundancia y anteponer el adverbio no: No voy nunca a navegar; no te odiaré jamás; No lo perdonaría ni tu marido (tan enamorado como está de ti ¡ay!).

    El español es un idioma potentísimo y los que lo amamos y disfrutamos torturando el palabrerío para construir la frase que exprese aquello inexpresable, admiramos ese prodigio de las dos «negaciones» que intensifica, vigoriza lo que queremos decir, potencia el sentido negativo del enunciado y, valga la paradoja, lo reaviva.

    No es por nada, pero yo os recomiendo que de vez en cuando os dejéis seducir por la sintaxis, exploréis sus posibilidades incluso hasta llegar al maltrato. Debemos defendernos de unas normas estrictas y severas, pasar ampliamente de los señores académicos, arrejuntarnos si acaso con María Moliner -huyendo de la Rae como alma que lleva el diablo- hasta llegar al orgasmo del maltrato sintáctico, aquel que produce emociones en los receptores de nuestra verborrea y un pequeño temblor en uno mismo cuando, salidas de nuestro propio teclado, las palabras te hacen sonreír o salpican y humedecen tus pupilas. 

    (*) De la réplica o respuesta al “gracias” con “de nada” o -sobre todo en ciertas partes de Suramérica- con “por nada”, si os parece nos enrollamos otro día. Aunque, no es por nada, pero tiene poca o cero importancia qué expresión es más o menos correcta y, además, ninguna gracia. 

    8 de febrero de 2017

    Feliz Soñando

    Tengo conmigo, ya más de medio siglo, dos frases de Rosalía de Castro que se las debo a mi padre, gallego como ella, también de tierra adentro. Dos frases que responden a una misma idea: 
    “Es feliz el que soñando, muere. Desgraciado el que muera sin soñar.” 

    “No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar.”

    No importa que los sueños sean mentira, importa que no seamos capaces de hacerlos realidad, importa la frustración que procuran, los embustes que generan para soportar la verdad fría.

    En mi adolescencia hubo algo de la Pardo Bazán y muy poco de Rosalía. Dos personalidades aparentemente antagónicas –en su emprendimiento, pero también en la utilización sociopolítica que se hizo de ellas-  que, finalmente, sólo el tiempo me las situó en sus respectivos lugares, ambas en lo sublime como artistas. Para mi padre, que justamente por aquellos años obtuvo el Premio Nacional de Literatura –denominado, precisamente, Pardo Bazán-  por su labor como crítico literario, Rosalía tenía menor interés ¿tal vez talla? que su paisana aunque yo, ya os digo, me he enternecido y emocionado mucho más por los sueños de Rosalía que por los amores incestuosos o descripciones naturalistas de la Bazán. Dos formas diferentes, tal vez, de ver la literatura: más por el personaje que por la persona, más por el autor que por lo escrito. 
      
    Tenía yo catorce o quince años de edad entonces, cuando la dictadura franquista consentía, sin cortapisa alguna, la actividad de la RAG (Real Academia Gallega) aunque algunos de sus miembros, los más tunantes, hacían valerse como semi clandestinos y permitía la instauración del “Día das Letras Galegas” el 17 de mayo, fecha elegida para celebrar el centenario de la primera edición de Cantares Gallegos. Fue aquel verano cuando mi padre me leyó un poemilla, no recuerdo cuál, de Rosalía y me prestó “Los Pazos de Ulloa” que tardé semanas en terminar de leer. Mis sueños entonces estaban en China, tan  lejos de Galicia y de Madrid, leyendo sin parar las novelas de Peal S. Buck y los poemas de Eladio Cabañero, Claudio Rodríguez y Ángel González. 

    En otra habitación de la misma casa, que olía a madera encerada y ropa limpia recién planchada, mi madre trataba de atar en corto mi imaginación, de moldearla, abonarla para el buen fruto y alejarla de sueños fútiles, paraísos artificiales, ilusiones imposibles. No fue por ella ni por mi padre, pero sí y sin embargo por la genética, por lo que ni mis sueños me han supuesto felicidad alguna ni mis eventuales felicidades me han hecho soñar placenteramente. Suele ocurrir que la felicidad sobreviene de modo inesperado, como se va, como los pensamientos se vuelven sueños y las fantasías realidades.

    «Quíxente tanto, meniña,
    tívenche tan grande amor,
    que para min eras lúa,
    branca aurora e craro sol;
    augua limpa en fresca fonte,
    rosa do xardín de Dios,
    alentiño do meu peito,
    vida do meu corazón».

    Así che falín un día
    camiñiño de San Lois,
    todo oprimido de angustia,
    todo ardente de pasión,
    mentras que ti me escoitabas
    depinicando unha frol,
    porque eu non vise os teus ollos
    que refrexaban traiciós.

    Dempois que si me dixeches,
    en proba de teu amor
    décheme un caraveliño
    que gardín no corazón.

    ¡Negro caravel maldito,
    que me fireu de dolor!
    Mais a pasar polo río,
    ¡o caravel afondou!...
    Tan bo camiño ti leves
    como o caravel levou.


    Rosalía de Castro, Cantares Gallegos X.

    31 de enero de 2017

    Abdominales, Pelo y Piel

    Lo de José María Aznar va más por dentro que por fuera, esos abdominales -tabletas- que luce producto de su constancia y esfuerzo y que se supone le gratifican, complacen a su persona. No es lo mismo que lo de José Bono, el transplante capilar y el botox que luce, que es más por fuera que por dentro. Bono lo muestra todo el año, Aznar solamente en verano y en bañador; ahí quiero ver yo a Bono ¡qué risa! 


    Y de la ex vicepresidenta De la Vega, que se ha estirado la cara, en su caso mejor el rostro, hasta parecer si no un esperpento de ella misma una señora veinte años más joven que aquella, arrugadísima, que lucía en el desgobierno de ZP. Son ejemplos de decisiones, de elecciones, que ilustran si no vidas sí personalidades. Y, de cualquier manera, desde el más absoluto respeto a las decisiones particulares a mi me parecen muy exagerados esos abdominales, ese transplante capilar y ese botox y esos estiramientos faciales.

    Son opciones de vida, más interiores o más exteriores, en cualquier caso reflejo de alguno de los valores de referencia que se tiene, que llevados a su apariencia se convierten en símbolos externos, en manual de uso del individuo, denotativos de una banalidad piterpanesca.  

    Tenemos que elegir cada poco, generalmente entre dos opciones -no sé si levantarme a preparar un té ahora o después- que, sobre todo para decidir a medio y largo plazos, suelen complicarse en tres opciones, cuatro opciones, más. 

    Cuando era un autónomo de mierda, que es lo que un autónomo generalmente alcanza a ser, la elección conllevaba siempre riesgo y contingencia personal, empresarial, propia y de terceros. Sin embargo, cuando ejercí por cuenta ajena, vulgo empleado, la elección equivocada -más bien sus consecuencias- tendía a diluirse, se recreaba eufemísticamente como error estratégico o quedaba como ejemplo para escuela de negocios. La partida se daba por liquidada en la mayoría de las ocasiones sin vencedores ni vencidos. Cuando nadie es responsable de los abdominales, ni del cabello ni de la cara, del resultado final y del esfuerzo para alcanzarlo, la cosa queda muchísimo más cómoda. 

    Elegir a cada momento está estrechamente relacionado con el grado de involucración, hasta dónde y de qué manera afectará a la persona y su patrimonio material y moral, esencialmente, y a terceros eventualmente. No es lo mismo uno solo decidiendo que varios en compañía y mandando ejecutar la decisión a otros. Esto, tan simple de entender, no se le alcanzó nunca a Bono que ahora ha resultado ser fehacientemente el hipócrita manipulador que todos conocimos relevantemente en la manifestación de las víctimas del terrorismo en enero de 2005. Han pasado once años y el caballero no sólo no ha encanecido ni perdido pelo sino que lo ha ganado ¡y de qué manera! y vergüenza, escondido como está sin explicar lo que sabe y lo que supone de la muerte de siete militares españoles aquel verano del mismo 2005. La muerte de aquellos valientes en Afganistán, más que probable por tiroteo que por accidente, le ha pillado con la sartén -que quema- por el mango. Bono ha elegido, tarde y mal, esconderse, no mostrar el tupé.

    En el otro lado está Aznar, que ni se ocultó ni se oculta de la pésima gestión de la contratación del Yak 42 y de la posterior y horrorosa tramitación y diligencia en la repatriación de los cadáveres del accidente.     

    Perdonadme la digresión. 


    5 de enero de 2017

    Magos de Oriente


    Queridos Reyes Magos:

    Por la presente voy a solicitar a SSMM una retahíla de peticiones que serán merecedoras de su atención, seguro, y más allá de su atención de alguna de sus concesiones. Más que seguro.

    Para los de aquí, los más próximos en la virtualidad, a todos mucha salud: a Cas y los suyos; a Soy que está como una flor pero las ha pasado jodidas; a la madre de Reina; a todos ellos de modo especial. A Dalma, a Majariega, a Torrefactor, a Silvia y Andrés, a Mencey, a Pelea Pelé, a Sofía, a O’clock y Sebas, a otros cincuenta y tantos habituales que me escriben o comentan y a mí mismo, a los mirones aquí y allá –este... ¿vos viste? ¿no es cierto?- salud, mucha salud, pero en plan estándar, o sea transaminasas, colesterol, marcadores y tensión arterial correctas y ya. Por favor, MM.

    Para mis más queridos por la sangre, por el condumio compartido, por la simple amistad o el amor, voy a pedir reposo en el cansancio, visión ante el problema, tranquilidad frente al infortunio y la dicha de transitar el año sonriendo.

    Para mis más despreciados, para los que van del no a la descalificación permanente, los que son incapaces de romper el cascarón de su soberbia, que ignoran las probables buenas razones del contrario, los arrogantes que esconden su miope autosuficiencia bajo una falsa humildad, para ellos pido dos pellizcos en el alma y una patada en la nalga izquierda para que les baje del pedestal a la realidad de nuestras miserias, a la caries dental y la gastroenteritis recurrente.

    Para España, un poco de discernimiento, en los políticos sobre todo. Si de paso ustedes pueden hacer que desaparezca la envidia y el resentimiento se lo agradeceríamos millones de bípedos racionales o así, habitantes de este prodigio que ni valoramos ni tratamos de comprender fuera o más allá de nuestros ombligos.

    Para el planeta Tierra, puestos a pedir pido la paz y la desaparición de la miseria, de manera especial de la miseria que afecta a la infancia y que siega vidas o las sentencia al dolor y la agonía permanentes.

    Para mí, en plan asceta, nada de nada que no sea bueno.

    Pongo mi zapato bajo El Portal y digo: Gaspar ¡creo en Ti!   

    23 de diciembre de 2016

    No Debería Decirlo

    Me voy a dejar llevar por el instinto o el atrevimiento más que por la reflexión, no digo la prudencia, valor inalcanzable en mi caso. No se lo recomiendo a nadie. 

    Los cristianos en general, los católicos en particular, hemos hecho algo muy mal al punto de que estas fechas, que celebran el acontecimiento histórico y la figura más trascendentes e incomparables de la historia de la humanidad, han pasado de celebración de un nacimiento extraordinario a unas vacaciones, vulgares vacaciones, consumistas vacaciones, materialistas vacaciones. Aparentes días de encuentro familiar reducido a chistes entre cuñados y alguna nostalgia.

    En ese contexto, una señora que manda -más bien mandada- en el Ayuntamiento de Madrid ha decidido reducir un Nacimiento, que en pleno centro, en el Palacio de Cibeles, se colocaba para deleite de niños, ancianos y transeuntes, de casi treinta metros a menos de ocho. Yo lo vi varias veces, y era bonito; los hay mejores, pero merecía la pena visitarlo: ahí se formaban bajo el frío, incluso la llovizna, largas colas de personas de todo tipo, condición y creencia. Ahora ya no. 

    Además, esa misma corregidora -en toda la extensión del término y siempre para mal y siempre retorcidamente- ha suprimido el belén de la Plaza de la Independencia. Explicación para ambas decisiones, ni una lógica o discutible. Como no lo tienen sus políticas de derogación de los acuerdos con la Santa Sede, sancionar a los templos religiosos por exceso de ruido o fomentar las “religiones discriminadas” mediante subvenciones públicas. Del cachondeo y rechifla que ha hecho con los Magos de Oriente, ni hablo. Yo tengo una explicación para ese comportamiento y actitud de la podemita, una explicación que no debería decirla, que es políticamente inapropiada, pero la digo: la bilis que excreta la alcaldesa, el resentimiento

    Se lo conté a Mercedes y me dijo que es la tendencia. Me comentó que en USA ahora, en estas fechas, ya muchos se desean "happy hollidays", que es lo políticamente correcto, nada de "merry Christmas". Ella sabe de eso más que yo y sin embargo no deja de sorprenderme que en esa sociedad (73% de los estadounidenses identificándose como cristianos en 2012) tan libre y variopinta también esté cuajando la idea de someterse a lo políticamente cobarde o perverso. 

    Al margen de esquizofrenias sociales colectivas, de que siempre unos pocos nieguen las evidencias y sostengan que las Torres Gemelas cayeron porque lo decidió la CIA o que los vikingos llevaban cascos con cuernos, la historia constata hechos incuestionables y también al margen de sus interpretaciones. Cualquier pasaje de la vida de Jesús de Nazaret puede ser interpretado, ensalzado o retorcido; no su nacimiento y su existencia, como humano, durante aproximadamente treinta y tres años en la tierra. Eso, el nacimiento de Cristo, es lo que celebra la Navidad, no la asistencia a grandes almacenes ni las cenas familiares ni los reencuentros y abrazos y besos efusivos y mucho menos el solsticio de invierno. 

    Lo que se conmemora es el nacimiento de un ser humano que para algunos de nosotros es Dios, que sobrevive más de veinte siglos en millones de corazones porque nos enseñó que el amor es lo primero de todo, que el perdón está incrustado en el mismo acto de amar y que en el amor no existe la ofensa, la falta, el pecado. Y que amar significa hacerlo como a uno mismo. Y que amar no es estar de vacaciones, es tratar de dar felicidad a los que nos rodean. 

    Por todo eso, la Navidad, significado y significante, es imprescindible que ocurra, que una vez al año durante unas horas recordemos el nacimiento de Quien más que nada ni nadie nos habló de libertad, nos predicó el amor frente a la venganza o el odio y nos obligó al perdón. 

    No debería tener que decirlo, por obvio, pero Navidad es justamente lo contrario de entrar en una capilla, sacarse las tetas y provocar a aquellos que están orando o menguar los belenes o suprimir nacimientos o travestir a los Magos de Oriente. Son ganas de ofender causadas por la astenia en el amor. 

    Feliz Navidad.